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La matriarca sin pupitre y sus 8 hijos profesionales

SANTO DOMINGO.- A sus 90 años Cornelia Plaza, cariñosamente Doña Nena, mantiene una lucidez poco común entre sus contemporáneos. Sonríe con frecuencia, pero se le nota el semblante de respeto por encima de las arrugas, esa actitud que la impulsó a formar a sus ocho hijos para que fueran profesionales, aunque ella nunca fue a la escuela.

Es nativa de un campo de Villa Riva, provincia Duarte, nacida el 16 de septiembre de 1922. Debido a que en la zona donde vivía no había escuelas, su padre optó por alfabetizarla en casa con revistas especializadas, periódicos y libros.

Cuando Nena cumple sus 22 años contrae matrimonio con su primer y único novio: Benito Herrera (Don Elpidio) y se mudan a Castillo, en la misma provincia. Pese a que Don Elpidio se caracterizó por ser un hombre lúcido y de principios inquebrantables, tampoco pisó una escuela.

La nueva pareja se ganaba la vida con una pulpería (colmado pequeño) y en base a la agricultura. Con un aniversario de casados llega el primer hijo Garibaldi Herrera Plaza, a quien más tarde le seguirían Osiris, Odalis, Emelda, Tirso, B enito, José y Ana Isabel.



Cuando los herederos fueron creciendo el deseo de que todos fueran a la escuela no se hizo esperar. Aunque Doña Nena y Don Elpidio ya no podían ayudarles con la tarea, nunca dejaron de estar pendientes de que se cumplieran a raya.

Y así pasaron los años hasta que para mediados de los 70 la familia se mudó en Santo Domingo y los hijos inician su proceso de independencia. Claro, después de presentarle a sus padres el título que los acreditaba como profesionales competentes.

Benito, el ingeniero, ya tiene 60 años; Garibaldi de 67 es administrador de empresa; Ana Isabel de 56 es farmacéutica; Osiris con 66 es cirujano; Tirso es ingeniero con 64; Odalis de 65 es bioanalista; José con 58 es cardiólogo; y Emelda, de 62, es doctora general.

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"Soñaba sentarme en un pupitre y nunca pude; por eso me esforcé lo más que pude para que mis hijos lo lograran y así fue. No pensaba que los 8 serían profesionales, pero Dios así lo quiso", expuso Plaza mientras sus vástagos la observaban con orgullo.

Para el 2005 muere Don Elpidio después de 60 años de matrimonio sólido. El vacío que dejó en la familia es irreparable, pero los vivientes elevan las gracias a Dios porque les ha permitido tener por nueve décadas a la matriarca.

"Voz de madre / es melodía celestial / y si la gloria no es dable / allí vamos a escuchar / esa voz de la madre", le recitó Garibaldi a su progenitora. Al concluir ambos se miraron como si se abrazaran por telepatía.

Laura Castillo (29 años), nieta de Doña Nena, no tuvo premura para decir: "Quisiera llegar a ser un tercio de la persona que mamá Nena es. De ella he aprendido las lecciones más importantes de mi vida y ojalá y esté vida por muchos años más".

Hasta ahora el mayor orgullo de Plaza es que sus hijos son personas ejemplares, tanto en su profesión como en sus hogares. "Puedo acostarme a dormir sin cola que me pise, ni a mis hijos. Siempre he sido una mujer de principios y la verdad en mí prevalece".



Paradójicamente ella quiso estudiar Derecho para combatir las injusticias sociales, pero nunca quiso que sus hijos se inclinaran por esa profesión porque entiende que "la mayoría de abogados son charlatanes y no quería que mis hijos fueran así".

Educar sin pupitre

Ninguno de los padres fue a la escuela y todos los hijos son profesionales, algunos hasta con especialidad. ¿Cómo se logra esto? La respuesta fue tan simple como profunda: "No es indispensable ir a una escuela para ser un buen ciudadano; lo que vale es la educación que se tenga desde la casa y eso fue lo que dimos".

Benito Herrera destaca que sus progenitores siempre les acotaron que la mejor herencia que les pueden dejar es una buena educación y encaminarlos hasta ser personas de bien. Por lo visto, lo lograron.



Para Osiris la manera en que fue criado le certifican que la educación familiar es la base para el buen ciudadano, además de resaltar que la unión familiar es la base de la sociedad.

En el caso de José aclara que Doña Nena no fue sólo madre de sus ocho hijos biológicos, sino que estaba pendiente de todos los sobrinos y ahijados de la comunidad, al punto de que todavía hoy exige balance de las acciones profesionales de sus nietos y bisnietos con frecuencia.

La comunidad de Castillo le otorgó a Nena un reconocimiento por su calidad moral y aporte social con la familia que conformó.

Anacaona es sobrina de Nena y confiesa que ella siempre ha sido su madre, incluso cuando su progenitora estaba con vida. Quizás esa simbiosis entre cariño y respeto que definen a la matriarca le facilitan la aceptación de sus semejantes.

De hecho, al visitar a Doña Nena para contar su historia una vecina confesó que no se ha mudado del lugar por la calidad personal que define a esta madre.

Aunque no tiene necesidad de hacer deberes domésticos, Cornelia Plaza se despierta a las 7:00 de la mañana, lee los periódicos, y busca algún oficio para ejecutar. A veces, aunque no haya, se los inventa. "Me criaron trabajando y así muero...".

La unión de esta familia está tan marcada que todos los hijos decidieron mudarse cerca de donde su madre para disfrutarla mientras vida tenga. Todas las noches la familia se reúne en casa de la matriarca y juegan dominó, pero eso sí, que nadie se siente en la silla que da al televisor porque no hay quien le quite la novela a Doña Nena.