Espionaje del bueno en “El hombre más buscado”

SANTO DOMINGO. Uno de los aspectos más negativos del cine comercial es su tendencia a lo banal por repetición. El cine de espionaje ha sido una buena veta para contar historias acerca de lo secreto u oculto en las relaciones entre países, sin embargo, el estilo “de acción” ha devenido en una forma que hace difícil distinguir una película de otra.

En esta década, sacudida por los escándalos en torno al espionaje entre naciones supuestamente aliadas, el cine no ha tardado en reaccionar, contando historias interesantes, buscando también otras formas de narrar. Tal es el caso de esta producción, que podría considerarse la antítesis de lo hasta ahora visto, por cuanto pone el énfasis en el espía como persona atravesada por lealtades complejas y sutiles, en un mundo donde cualquier error se paga muy caro.

La historia

Issa Karpov, joven islamita checheno, llega al puerto de Hamburgo de manera ilegal. Busca contactar a un banquero a quien su padre dejó en custodia una alta suma de dinero. Pero el sistema de vigilancia alemán lo identifica, y lo sigue, queriendo averiguar sus intenciones. Un veterano agente, Günther Bachmann, está a cargo de la operación; la policía y los estadounidenses también se interesan por el posible terrorista.

Karpov recibe ayuda de una joven abogada especialista en asilo político, la cual se encarga de esconder al checheno, generando una búsqueda contra reloj. El agente Bachman es de la vieja escuela y logra construir un complot que utiliza a Karpov para atrapar a un pez más grande, Abdullah, un agente recaudador de la causa radical islámica. Pero las cosas no salen como se espera.

Narración y personajes

Destaca en esta narración el tratamiento dado a los personajes protagonista y antagonista. Quien mueve la acción es el joven que busca asilo, pero Karpov es un asceta y habla sólo lo justo y necesario. Es Bachman, el agente de inteligencia, quien progresivamente va transformándose de antagonista a protagonista; es la lógica del investigador la que construye el punto de vista narrativo.

Aspecto vital de la historia es el pasado del espía, quien carga con la responsabilidad de un fracaso profesional que le persigue. Es un anti héroe, algo desfasado en sus métodos, desaliñado, subido de peso, adicto al tabaco y al alcohol. Su instinto le guía donde la razón no llega, pero no es suficiente en un mundo que ha cambiado, y donde los códigos de honor y lealtad ya no valen nada. El fallecido actor y director de teatro, Philip Seymour Hoffman, da vida al agente, adentrándose en su intimidad, en su rol de líder y confidente.

El estilo

El director holandés Anton Corbijn proviene del cine documental, y ha incursionado con éxito en el cine de ficción, si bien son pocas sus películas, tiene a su haber “El americano” (2007), un interesante thriller protagonizado por George Clooney, también una adaptación desde la literatura. En el tratamiento visual de “El hombre más buscado” hay un tono frío que va más allá de lo climático. La ciudad puerto otorga escenarios de alto contraste, donde la arquitectura funcional alemana, tanto pública como privada, choca con los ambientes domésticos donde todo está a medio talle; de su lado, la calle, da cuenta de una realidad donde la economía es precaria y alejada por completo del primer mundo.

Contribuye en mucho la banda sonora, matizada por el tecno alemán de buena factura.

“El espía que surgió del frío” (1965), “El sastre de Panamá” (2001) y “El jardinero fiel” (2005), son algunas de las novelas del inglés John le Carré llevadas al cine, pero con seguridad ninguna de ellas tiene la densidad ni el desencanto que proyecta este espía de una era que ya pasó.

Recomendable para quienes disfrutan con historias de espionaje bien articuladas y para ver a Philip Seymour Hoffman en su última colaboración para el cine independiente.

Mario Núñez Muñoz