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Cine

Espionaje y acción en “The november man”

SANTO DOMINGO. Las películas de espionaje producidas por estadounidenses difícilmente pueden escapar al modelo impuesto por el personaje James Bond. Pierce Brosnan participó en cuatro producciones de la saga: “Die Another Day” (2002), “The World Is Not Enough” (1999), “Tomorrow Never Dies” (1997) y “GoldenEye” (1995); además, participó en otros filmes de espionaje, como “El sastre de Panamá” (2001) y “Matador” (2005), de manera que las comparaciones son inevitables a la hora de analizar un filme donde él sea personaje protagonista.

En esta ocasión, el actor irlandés vuelve al género que le permitió su proyección internacional, con una enredada historia ambientada en los Balcanes, donde el pasado determina el presente.

La trama

Devereaux es un ex agente de la CIA que se involucra en una operación de espionaje a un ex general ruso. Lo hace para proteger a su pareja clandestina que ha trabajado por meses como agente encubierta. Todo sale mal, y ella termina asesinada por Mason, quien otrora fuera entrenado por Devereaux. La única pista para llegar a quién está detrás de toda la trama es Alice, una joven que siendo adolescente fue secuestrada y abusada por el ex-general ruso, durante la guerra en Bosnia.

Alice es pieza clave en una investigación que involucra a los servicios secretos norteamericanos en el origen del conflicto bélico. Convertida en blanco de asesinos letales, Devereaux la protege hasta conseguir la información que necesita para desenmascarar a quien ha estado moviendo los hilos.

La forma del relato

Lo anterior expuesto es una síntesis ordenada de lo que cuenta el filme, otra cosa es la manera en que se cuenta la historia. Como todo relato de espionaje que se respete, no todo está en boca de los personajes, y el espectador debe ir completando la historia con los datos que de manera dosificada y fragmentaria va entregando el director. Ciertamente es un relato complejo que entrecruza historias y personajes en paralelo, pero lo hace con cierta maestría que obliga a mantener la atención.

Dos contrarios

El eje del guión es el conflicto entre maestro y discípulo, en este caso marcado por el necesario ocultamiento de los afectos y de las personas a quien se ama. Lealtades y deslealtades en un mundo cambiante son las tensiones que generan la acción. Devereaux y Mason se persiguen tratando cada quien de estar siempre un paso delante del otro, pero más puede el maestro que el discípulo en la cacería humana que se desata.

El cansancio

Tiene esta historia en su veterano personaje protagonista un cansancio que se va acumulando progresivamente. No sólo por exigencia en la escritura del guión, sino que después de tantas vueltas de tuerca en la historia, hasta el espectador empieza a pedir que se llegue a un final… y pronto. Personajes que desaparecen sin explicación, combates que recuerdan cientos de escenas similares y en especial un final con poca sustancia, hacen que el entramado se autodestruya, y que Devereaux pase sin pena ni gloria a engrosar la fila de los personajes olvidables.

Llegados a este punto es también inevitable la comparación con el personaje Günther Bachmann, interpretado por Philip Seymour Hoffman en “El hombre más buscado” (2014), de similares características, pero proveniente de una impronta muy diferente.

Recomendable para quienes gustan de los filmes de espionaje con mucha acción.