Oscurantismo e iluminación en “El médico”

SANTO DOMINGO. Cuando se habla de superproducciones cinematográficas, regularmente no se piensa en Alemania. Poco sabemos del cine alemán actual, nuestra cartelera se nutre de otras fuentes. Por ello no es raro que llegue un poco tarde este magnífico filme, que está basado en la novela más exitosa del escritor estadounidense Noah Gordon (1926), autor de varios bestsellers.

“El médico” es un relato que combina aventura, romance, religión, ciencia y política. Narra la historia de Robert Cole, quien de aprendiz de barbero llega a ser el fundador del primer hospital de Inglaterra, gracias a los conocimientos adquiridos en un viaje a Oriente, donde se convierte en discípulo del mítico médico musulmán Ibn Sina.

Año 1000

Ambientada hacia el año 1000 de la Era Cristiana, se inicia en un pueblo minero inglés donde el niño Robert y sus hermanos menores quedan huérfanos al morir la madre. Alejado a la fuerza de sus hermanos, decide seguir a un barbero trashumante, mezcla de curandero y charlatán, con quien aprende los rudimentos de la medicina. Pero Robert tiene un don, al tocar a las personas puede sentir si la muerte se aproxima. Un encuentro con médicos judíos le cambia la vida y decide ir en busca del maestro más allá de las fronteras. En el camino conoce a la joven Rebecca, quien será el amor de su vida.

Maestro y discípulo

Para llegar a su destino, Robert se hace pasar por judío y como tal es aceptado en la universidad que Ibn Sina ha fundado para difundir la ciencia. Sina es un protegido del rey que gobierna la región, quien practica la tolerancia religiosa. Los conocimientos son bastos y el aprendiz de médico se destaca entre sus pares. Pero tanto Sina como el rey tienen enemigos internos y externos. Todo se extrema cuando la peste bubónica ataca la ciudad. Los musulmanes ortodoxos lo atribuyen a un castigo divino y la crisis deviene en guerra.

Ciencia y religión

El aspecto más interesante de este relato es el enfrentamiento entre ciencia y religión. Robert encarna la curiosidad científica, y su entorno espiritual, el freno a la misma. Pese a ello, el protagonista transgrede los límites y realiza una autopsia al cadáver de un paciente. Los diálogos en relación a este tema son el punto más alto del relato y están muy bien trabajados.

La realización

Siendo un relato extenso, sorprende por lo bien hilada que está la trama y por su progresión dramática dosificada. La dirección del bávaro Philipp Stölzl es sólida y los actores cumplen a cabalidad con su respectivos roles. La puesta en escena utiliza de excelente manera los recursos de producción y el resultado es una película con sustancia y estatura.

Si bien es una historia de un pasado lejano, los conflictos de fondo que trata son los mismos de hoy. De inquietante actualidad resulta este relato donde oscurantismo e iluminación combaten en la mente de los personajes.

Recomendable para quienes se relacionan con la ciencia y la medicina, y para quienes gustan de los filmes de época bien hechos.

Mario Núñez Muñoz