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Cine

María Montez

Confieso que tenía mis dudas con “María Montez”, filme dirigido por el español Vicente Peñarrocha, que llega a los cines desde el 11 de diciembre.

Después de tres años cocinando la película, es una realidad.

Este biopic me sorprendió por varias razones. En primerísimo lugar, quiero recalcar que uno de los mayores valores del filme es la actuación de Paola Ferry. Tenía apenas 13 años, y era su primera experiencia cinematográfica. Se nota que hubo dirección actoral eficiente, y que se logró sacar de ella lo que se esperaba. Reitero que la cámara se enamora de ella, la adora, y lo corrobora la escena final, esa imagen congelada de María Montez adolescente.

Las actuaciones de Ben Temple, Leonel Auguste, Gines García Milán y Adrián Más son convincentes, y uno les cree el papel de manera orgánica.

También los asume en Maridalia Hernández y en Cuquín Victoria. Hacen prácticamente cameos Juan Fernández, Isabella Wall, Lisbeth Santos, Dominic Fuentes y Mariela Encarnación.

Destaco la calidad de la fotografía de Luis Enrique Carrión, sin grandes malabarismos virtuosos. También la iluminación adecuada robustece las escenas que lo ameritan. Subrayo igualmente la edición de José Delio Ares, y la edición musical por él mismo. Aunque ni en los créditos ni en las notas se destaca la música realizada por Alex Mancilla, él es el compositor de esa música que pródigamente acompaña la vida de la Reina del Technicolor.

Párrafo aparte para la reconstrucción epocal y el vestuario. Trasfondo y enmascaramiento, en el cual se desplazan los personajes. No todos los puntos para el maquillaje, ahora sí, ahora no, que dibuja una María Montez más prieta de lo que era... y de lo que es Celinés Toribio. Baste ver una foto de la actriz nacida en Barahona. Ese punto pudo servir para mostrar una María Montez más compleja que esa visión demasiado idílica que se muestra en el guión. Porque sabido es que no murió de un ataque al corazón. No hay ni una suave señal de su adicción a lo largo de toda la película. A lo más muestran el alcohol (quizás el mejor momento de Celinés es cuando la muestra borracha), y eso desvirtúa la posibilidad de un personaje mucho más rico psicológicamente hablando.

Por último, lo más que de verdad está flojo en el filme, desde mi humilde opinión es la actuación de Celinés Toribio en un papel que le queda grande, y con cuyo timbre de voz desvirtúa aún más la historia real de una mujer de armas tomar.

Todas las loas sin embargo para ella, por llevar esta idea hasta el final, como productora y coguionista. Siempre habrá que agradecerle esta película digna que puede representarnos bien en festivales. ¡Enhorabuena!