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Tras el gran fiasco, se ve improbable la Mayweather-Pacquiao II

El michiguense rehuyó una vez y da por "cumplido" su compromiso con el boxeo

SANTO DOMINGO.- Al final de cuentas, no pasó de ser una pelea más. Se vivirá por años, la decepción provocada por un combate que se vendió como "lo último en boxeo".

Y sin duda alguna, las probabilidades de que hubiera una revancha parecieron desvanecerse cuando el espectáculo no sólo no llenó las altísimas expectativas que falsamente se crearon alrededor del negocio Mayweather-Pacquiao, sino que tampoco dejó mucha motivación en los peleadores.

Primero: Pacquiao, el llamado a buscar el gran tesoro, jamás pudo encontrar la zona, contra un Floyd Mayweather huidizo como siempre, y que no hizo gran cosa distinta a lo que había pronosticado su padre-entrenador de que sería "otro peleador", con mayores vocaciones ofensivas.

Segundo: para nadie es un secreto que el combate se dio a regañadientes por parte del gladiador estadounidense, porque siempre tuvo la certeza de que Pacquiao representaba el mayor peligro para la caída de su legado.

Con tales premisas, lo que se preveía como una reyerta que realmente diera visos insoslayables de producir una segunda versión, se ha venido abajo, con un Mayweather que aunque no lo podía ni quiso expresar abiertamente, dejó claro en sus respuestas a la prensa tras la pelea que su triunfo ante el gran Pac-Man, no fue lo que se quiso meter entre ceja y ceja al mundo boxístico.

Porque ahora, con "el deber cumplido" contra la presión por varios años de que ese combate tenía que darse y que el gran "Money Maker" siempre trataba de evitar, no quedan resquicios sólidos para que él acepte dar una revancha que lo ratifique como el mejor libra por libra del mundo.

Mayweather, si bien hizo su pelea de pocos atractivos ofensivos, consiguió su plan de siempre el de defenderse en todo momento, y sólo tirar cuando fuera necesario alguno que otro golpe. Él siente que no tiene más que demostrar como el mejor del planeta.


En el caso del filipino, tampoco se vio motivado a que se negocie una refriega II, quizás por entender lo que todos vieron, incluyéndolo: que su rival no tiene interés de probarse de nuevo, ante una decisión unánime, aunque con unas tarjetas muy cuestionables (la media terminó con una asombrosa 117-111 promediada), cuando lo que se vio fue un combate de pocos golpes de lado y lado, con el diminuto peleador buscando de principio a fin lo que nunca llegó como espectáculo.

Entonces, ahora la pregunta que viene será en quién fijará Mayweather y su equipo la mirada para lo que ha definido como su última pelea en septiembre, para buscar el 49-0, que lo igualaría al legendario Rocky Marciano.

Los rivales son variados, y dependerá si finalmente se decantan por un final sin complicaciones o si por el contrario querrá hacerlo guardando las apariencias, con un rival de fuste que no represente riesgo de derrota.

En el caso de Pacquiao, ahora que llega a seis derrotas -un número muy alto para su calibre profesional- queda también en el tintero una interrogante: ¿dejará el boxeo para dedicarse a una curul como congresista o intentará reponerse de la reciente amargura, al menos con otra buena pelea, para retirarse por la puerta delantera?

De todos modos, y como el boxeo es más negocio que deporte -en desproporción abrumadora con relación a las demás actividades atléticas profesionales-, nada se puede descartar, pero el mal sabor del tan promocionado espectáculo que dieron los máximos delegados del deporte filipino y estadounidense, no resulta en motivación para una reedición.