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Salón de la Fama
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Pete Rose ingresa al Salón de la Fama de Rojos de Cincinnati

Una vez que subió al podio, se limpió el sudor de su frente con una toalla. Afirmó que sólo tenía cinco minutos para hablar, cuando podría pasar días narrando lo que los aficionados significaban para él.

CINCINNATI, Ohio. Pete Rose bromeó sobre su cabello y su edad. Rememoró todas las victorias de la llamada Gran Máquina Roja. Había una sola cosa que el rey del hit estaba decidido a no hacer al ser admitido al Salón de la Fama de los Rojos de Cincinnati.

“De antemano lloré en el campo de juego en una ocasión”, declaró Rose el sábado en referencia al momento en que conectó el imparable con que impuso récord. “Eso fue suficiente”.

Rose, de 75 años, mantuvo la calma durante la ceremonia en la que se convirtió en el 88vo pelotero en ingresar al Salón de la Fama del equipo. Muchos de sus ex compañeros en la Gran Máquina Roja —entre ellos Johnny Bench y Tony Pérez, integrantes además del Salón de la Fama de Grandes Ligas— estuvieron presentes para unirse al humor y el honor.

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Infografía
Pete Rose fue homenajeado con la exaltación al Salón de la Fama en Cincinnati, el 25 de junio del 2016. Fue el bateador de honor en la ceremonia. (AP/JOHN MINCHILLO)

Además, acudieron para decir algo bueno sobre el oriundo de Cincinnati conocido como Charlie Hustle y que se convirtió en el rostro del máximo equipo profesional de béisbol en muchos aspectos, con su rudo tipo de juego y, después, su suspensión de por vida por haber realizado apuestas en partidos de los Rojos. Ese castigo le impidió ingresar a Cooperstown, pero los Rojos obtuvieron permiso para rendirle homenaje a su propia manera.

“Es la persona más insatisfecha que he conocido”, indicó Bench. “Todos los días lucía descontento hasta que pegaba cuatro hits. Nunca se sintió feliz con tres hits. Quería cuatro.

“La grandiosidad de ese hombre era que nunca estaba satisfecho”, añadió.

Rose estableció el récord de Grandes Ligas de imparables al pegar el número 4.192 en el Estadio Riverfront de 1985 frente a los Padres, que también eran el rival de los Rojos el sábado. Cuando llegó a la primera base con un sencillo, terminó llorando durante una ovación de pie de nueve minutos de parte de los aficionados. En la ceremonia de admisión del sábado en el Great American Ball Park, el público coreó “¡Pete! ¡Pete!” y lo ovacionó por un minuto.

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