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Tour de Francia
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Chris Froome, un luchador contra viento y marea; gana el Tour de Francia

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Chris Froome, un luchador contra viento y marea; gana el Tour de Francia
El ciclista británico Chris Froome (centro), ganó la versión del 2015 del Tour de Francia. (EFE, YOAN VALAT)

PARIS, Francia.- El británico Chris Froome, vencedor este domingo de su segundo Tour de Francia, es un ciclista acostumbrado a tener que hacer frente a infinidad de obstáculos y a superarlos casi siempre, para alzarse triunfador ante la adversidad.

“He luchado contra los elementos”, dijo Froome tras asegurar su éxito en este Tour-2015, en referencia a sus adversarios, principalmente al colombiano Nairo Quintana, que acabó segundo, igual que en el primer Tour (2013) ganado por el británico.

Froome es inglés por su padre pero nació en Kenia en 1985 y pasó su infancia en el país africano, antes de que su padre, que trabajaba en el sector del turismo, se mudara a Sudáfrica catorce años después, dejando a su madre, fisioterapeuta, trabajando en Nairobi.

El pequeño Chris dio sus primeras pedaladas cuando tenía cinco años, en una bicicleta de montaña antes de disfrutar de largas excursiones en la sabana keniana.

Sus primeros recuerdos del Tour de Francia son las imágenes de televisión que veía desde Johannesburgo cuando tenía 16 años.

“Me decía que algún día querría llegar a ese nivel. Así que me puse a entrenar todas las mañanas en la carretera antes de ir a la escuela”, recordó tiempo después.

De África a la élite

Ante la falta de posibilidades de progresar en África, Froome pasó fugazmente por el Centro Mundial del Ciclismo, situado en Suiza y que ayuda a los corredores de países emergentes.

“Chris era ya un gran motor”, recuerda uno de sus entrenadores, Michel Thèze, al que no sorprendió que “Froome” convenciera pronto a un pequeño equipo profesional, el Konica Minolta.

Su proceso de maduración llegó allí y se hizo un hueco en uno de los equipos más importantes, pasando por el Barloworld antes de su llegada al Sky en 2010. Pero la ascensión no fue fácil y se vio obstaculizada por dos circunstancias: la esquistosomiasis y la competencia de su compatriota Bradley Wiggins.

En 2010, una infección parasitaria que ataca a los glóbulos rojos puso en peligro su carreera. Froome necesitó un año para recuperarse y estuvo a punto de ser despedido del equipo Sky.

Cuando recuperó la forma, se encontró con un gran Wiggins.

En 2011, el Sky apostó por Wiggins para la Vuelta a España, donde quedó tercero. Froome acabó segundo, pero está convencido de que podría haber ganado en otras circunstancias.

Un año después, en el Tour de Francia, Froome estuvo de nuevo al servicio de Wiggins. Fue otra vez segundo, por detrás de su jefe de filas, campeón en esa edición.

El paciente inglés tuvo que esperar a 2013 para recoger los frutos de su esfuerzo y ganar la 100ª edición del Tour, “un sueño” hecho realidad según sus palabras.

Su estilo, su frecuencia de pedaleo, su delgadez (1,86 metros y menos de 70 kilogramos) y la manera de correr del Sky hicieron nacer las primeras sospechas.

Froome dice comprenderlas. “Es la herencia de la bicicleta, el duro pasado de nuestro deporte en materia de dopaje, viene de eso”, analiza el británico, que insiste en que “no hay nada que esconder” y que es “un corredor limpio”.

Sospechas y más sospechas

Las sospechas, nacidas sobre todo tras un ataque supersónico en el Monte Ventoux en 2013, le acompañan en los últimos años. En este Tour se intensificaron tras su aceleración espectacular en La Pierre Saint-Martin en la décima etapa.

Los comentarios de exciclistas ahora comentaristas y las especulaciones han convertido el camino de Froome en el Tour en un pequeño infierno. Le han arrojado cerveza y hasta orina, le han escupido, le han dedicado gestos obscenos y le han insultado. Pero nada ha desconcentrado al británico de su objetivo de ganar el Tour.

“El 99% de los espectadores me apoyan. Hay algunos con compartimientos deplorables e inaceptables, pero me digo que no me están atacando personalmente, que son las circuntancias”, intenta rebajar la tensión.

Froome es un luchador y para doblegarle es necesario mucho más.

“Prefiero el entrenamiento a la gloria”, llega a asegurar este gran aficionado a las sesiones de entrenamiento duras y maratonianas.

Un ejemplo más de que está nacido para combatir y que en sus luchas se ha ido acostumbrando a la victoria.

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