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Un imparable Correa espera reelegirse el domingo

QUITO, Ecuador. - En la tarima el ecuatoriano Rafael Correa canta, baila, aplaude y parece un caudillo invencible, sin contendor a la vista que haga contrapeso a ese volcán de arengas y ataques que profiere.

No hace promesas porque sabe que ha cumplido muchas, pero se esmera en repetirlas como si quisiera que quedaran grabadas en el inconsciente colectivo: que ha construido 8.000 kilómetros de carreteras y puentes; que ha edificado o reconstruido cientos de escuelas y decenas de hospitales; que ha impulsado programas de salud y educación gratuitos para los más pobres.

De repente, en el escenario que domina con arte y precisión, hace una pausa por unos segundos pero unos poderosos parlantes reiteran la pegajosa tonada, "ya tenemos presidente, tenemos a Rafael", que es coreada a todo pulmón por unos 5.000 seguidores al norte de Quito, en plena campaña electoral.

Con un estilo directo, que confronta y golpea, con un discurso plagado de agravios en contra de opositores y una tenacidad a toda prueba, este economista de izquierda, alto, dinámico, se ha convertido en un verdadero tornado en la política ecuatoriana.

Considerado héroe para los beneficiarios de sus programas asistenciales, Correa también es temido por empresarios, defensores del libre mercado, periodistas y activistas de derechos civiles. Y a escasos días de celebrarse las elecciones, parece estar virtualmente reelegido para un segundo período presidencial de cuatro años.

Claro, si no cambia la Constitución durante su probable segundo mandato.

"Atentos compatriotas porque mucho de lo que hemos logrado es reversible, no lo podemos perder", dice el eufórico el candidato presidente. "En estos seis años hemos recuperado la patria... lo más importante es lo que se ve, ahí están los puentes, las carreteras, los colegios, los hospitales... no son promesas al viento, son realidades".

Correa es uno de los pocos mandatarios que ha logrado estabilizar a una nación que ha tenido a siete presidentes de 1997 a 2007. En esos años, además, se derrocaron tres mandatarios: Abdalá Bucaram (1997), Jamil Mahuad (2000) y Lucio Gutiérrez (2003).

"El retorno del estado, el lanzamiento de una agenda amplia de políticas públicas... producen en los ciudadanos la imagen de un estado dinámico, que responde a la demandas de cada uno, cuando estaban acostumbrados a que no haya atención", dijo Franklin Ramírez, profesor y catedrático de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO. "Esto ha producido un entorno de relativa estabilidad política, con niveles de crecimiento económico no muy elevados, pero importantes, con generación de empleo y redistribución del gasto social", añadió.

El socialismo del siglo XXI de Correa, inspirado en las ideas cristianas de izquierda y una férrea oposición al gobierno de Estados Unidos, es una leve variación del modelo establecido por el presidente de Venezuela Hugo Chávez, donde el estado tiene mayor control de la vida de las personas pero es más respetuoso de la propiedad privada.

Correa ha sido igual de intolerante que Chávez con los disidentes, a quienes ha perseguido, y ha conseguido ser igual de omnipresente al mandatario venezolano al tener contacto directo con la población viajando por el país cada semana, acompañado de su gabinete, y apareciendo casi a diario en cadenas de televisión y radio a costa de una millonaria inversión publicitaria.

Como lo han hecho Chávez y la presidente de Argentina, Cristina Fernández, a diario Correa ultraja a la prensa y a sus opositores. Además del sábado y un par de noches a la semana, el gobierno emite comerciales de radio y televisión para difundir las obras de infraestructura de la "revolución ciudadana", donde ataca a sus enemigos.

Quienes lo han desafiado se han encontrado con un mandatario combativo y represor. Grupos de derechos humanos como Amnistía Internacional dicen que Correa ha criminalizado la protesta pacífica pero sólo un puñado de activistas podrían ser considerados presos políticos y reciben muy poca atención mediática.

Varios periodistas han enfrentado procesos penales por difamación por llamarlo "dictador" mientras que líderes indígenas fueron procesados penalmente, acusados de sabotaje y terrorismo, al protestar contra la negativa del gobierno de consultarlos respecto a los derechos de acceso al agua de sus tierras y por oponerse a la entrada de grandes empresas mineras al Ecuador en sus territorios ancestrales.

En 2012, Correa impulsó un juicio civil por 42 millones de dólares por difamación a tres directivos y un editorialista del diario El Universo y a la empresa como tal. A última hora, y con la sentencia a su favor, decidió no hacer efectiva la sentencia y el pago de la indemnización.

En 2011 también enjuició a los periodistas Juan Calderón y Cristian Zurita, quienes denunciaron los contratos de su hermano de Fabricio Correa con el estado. En 2012, fueron condenados a pagar un millón de dólares acusados de daño moral por haber afirmado, en el libro "El Gran Hermano", que el mandatario conocía de los millonarios contratos que empresas de su hermano Fabricio habían suscrito con el estado. El presidente después caducó los contratos.

Como Chávez, Correa también administra uno de los más países más generosos en gasto público, que ha financiado con recursos petroleros más modestos que los del país caribeño.

El petróleo, principal producto de exportación del país, contribuye con el 20% de los ingresos estatales y representa unos 5.222 millones de dólares al año, labor que no le ha resultado difícil con un precio promedio de 100 dólares por barril.

El éxito de Correa, dice Grace Jaramillo politóloga de la FLASCO, se explica por el "flujo abundante de recursos fiscales gracias a los altos precios del crudo a nivel internacional. Su capacidad de canalizar esos recursos en forma efectiva y rápida en obras... y de atención al público... Eso le da una ventaja sustantiva frente a sus adversarios que confían más en la crítica que en la construcción de un imaginario común".

Con esos recursos, creó un sistema hipotecario con tasas a bajo interés, ha financiado estudios en el exterior y ha implementado programas sociales: casi dos millones de madres solteras, ancianos y familias pobres reciben unos 50 dólares mensuales, los niños reciben uniformes y útiles escolares gratuitos y el común de la población tiene atención médica y medicinas sin costo en los hospitales públicos. Uno de cada siete ecuatorianos ha resultado beneficiado con estos programas.

El desempleo en el país bajó del 9,82% de enero de 2007 a un 4,71% en noviembre del año pasado, última cifra disponible. Estos empleos fueron generados, en buena medida, por las obras de infraestructura. En 2012, Ecuador creció 5,2%. Los combustibles, además, están subsidiados en el país, donde un galón de gasolina regular cuesta 1,48 dólares y un tanque de gas de 14 kilos 1,6 dólares.

El presidente, dice la politóloga Jaramillo, ha hecho retroceder a la Rama Judicial unas dos décadas al cooptar los tribunales de justicia con ex colaboradores de su gobierno. Entre ellos se encuentran los presidentes del Consejo de la Judicatura y del Tribunal Electoral.

"Sin una justicia independiente, todos quienes se oponen a la actuación gubernamental corren el riesgo de ser presa del sistema de justicia, desde dirigentes indígenas, pasando por periodistas independientes y por supuesto, opositores políticos", dijo Jaramillo.

Correa ha llevado a Ecuador a estrechar lazos con países como Venezuela, Irán, China, mientras que con Estados Unidos se han enfriado las relaciones, lo cual no ha significado que las exportaciones ecuatorianas con su principal socio comercial se han ralentizado levemente. En el 2011 Ecuador exportó a ese país bienes por un total de 9.742 millones de dólares, mientras que en 2012, hasta noviembre, las ventas ecuatorianas sumaron 9.549 millones de dólares y se espera que superen los 10.000 en ese año.

Pero su popularidad y aprobación ha sido constante a lo largo de los años, algo sorprendente en un país donde los mandatarios eran mal vistos tras los primeros meses de gobierno. La mayoría de su apoyo viene de las clases media y baja que, en 2010, representaba del 37% al 40%, de acuerdo con el Banco Mundial.

En una concentración de 5.000 personas al norte de Quito, las personas no le pueden quitar el ojo de encima.

"Es mejor que marido viejo (anciano), nos da plata, nos hace atender gratis (en los hospitales), se preocupa por la educación de los guaguas (niños) y encima no molesta como verdadero marido. ¿Cómo no le voy a querer, cómo no le voy a dar mi voto?", dijo Verónica Bermúdez, de 53 años, ama de casa.

Quien se perfila como principal rival de Correa, el banquero Guillermo Lasso, se encuentra muy abajo en las encuestas y muestra una actitud más mesurada, más pausada, en contraposición al candidato presidente. Lasso renunció a la presidencia del Banco de Guayaquil para postularse a la presidencia del país.

Su plataforma política se basa en reducir los impuestos a las empresas que generan empleo y en abolir un impuesto del 5 por ciento sobre el capital que se saque del país, una de una serie de reformas fiscales que adoptaría pues pregona que Correa ha desalentado la inversión extranjera y ha debilitado a los bancos.

Correa también ha recuperado un sentido de la gobernabilidad en el país al ejercer una capacidad reguladora y orientadora del estado en asuntos económicos y políticos. Lo hizo, como Chávez, a través de una asamblea constituyente que en 2008 entregó nuevos poderes al Presidente y nuevas instituciones democráticas.

Como resultado, modernizó la infraestructura de la Rama Judicial donde cambió a todos los jueces y dotó a cortes y juzgados de modernos sistemas informáticos, incluyendo al Consejo de la Judicatura y al Registro Civil.

La cotidianidad de los ecuatorianos también cambió: ahora no puede tomar licor libremente los domingos, ni los jóvenes pueden ingresar a las carreras universitarias de su preferencia, excepto quienes obtengan la mejor puntuación en la pruebas del estado.

Pero Correa no ha podido aliviar una creciente sensación de vulnerabilidad a los robos a residencias y a ciudadanos que han padecido los ecuatorianos y que crecieron en un 30 por ciento en 2012 comparado con 2011.

Lo que sí ha mitigado es la influencia de los partidos de oposición, de la iglesia Católica y del sector bancario a través de una ley que obligó a sus accionistas a vender las acciones que poseían en empresas no relacionadas a la actividad financiera. También los obligó a no cobrar por la emisión de tarjetas, entrega de estados de cuenta y otros servicios bancarios y subió los impuestos a sus ganancias para financiar el bono para los pobres, efectivo desde enero.

Como virulento crítico de los banqueros, cuya laxitud de algunos de ellos, llevó a Ecuador a la quiebra a finales de 1990, Correa también desafió a la banca internacional al dejar de pagar una deuda de 3.900 millones de dólares tras asumir el cargo.

Otra ley que siguió a la reforma constitucional le prohibió a los medios de comunicación privados ser dueños de empresas de otras industrias y en 2012 le prohibió a los ministros del gabinete hablar con sus reporteros.

Los escándalos por corrupción han sido pocos comparados con otros mandatarios ecuatorianos pero han afectado a un círculo muy íntimo al mandatario. El último involucró a su primo Pedro Delgado, máximo directivo del Banco central, quien confesó públicamente que había falsificado su título universitario de economista. Antes, una entidad bajo la responsabilidad de Delgado, dio 800.000 dólares, que no se han podido recuperar, al argentino Gastón Duzac, sin mayores trámites, sin garantías y sin residencia en Ecuador.

En sus cuatro años de gobierno, sólo ha enfrentado una crisis nacional: en septiembre de 2010 fue víctima de una revuelta liderada por varios policías luego de que intentara recortar algunos de sus beneficios. Al menos doce personas murieron y Correa fue rescatado por comandos del ejército de un hospital que había sido rodeado de policías insurgentes.

La imagen aún perdura en la conciencia de los ecuatorianos: Correa, de pie en un balcón, levantando su pecho a los policías a quienes desafiaba con asesinarlo. La osadía ha cimentado su popularidad.

"Es el mejor presidente que hemos tenido en la vida, yo votaré por Correa hasta que me muera, porque es el único que se ha acordado de los pobres, el único que ha hecho cosas por lo pobres", dijo Manuel Sigcha, un vendedor ambulante de 26 años, que vende comida. "Si es necesario doy mi vida por este presidente".