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Jean Yves Thibaudet: "los jóvenes se están acercando de nuevo a la música clásica"

 Santo Domingo. Despista, no es el músico clásico al uso. Pantalón y correa de roquero. Cabello rubio disparado. Camina rápido, habla rápido, sonríe enseguida. Treinta años sobre los escenarios y el mismo disfrute. Es, se reconoce, feliz. Admite sin culpa que su vida es maravillosa y se siente obligado a devolverle parte de lo recibido. El Festival Musical de Santo Domingo ofrece esta tarde, en el Teatro Nacional, la oportunidad de ver en concierto a uno de los pianistas más admirados del mundo, con un programa, además, que le satisface personalmente. 


Wagner, Liszt y Rimsky Korsakov. ¿Un artista de su categoría es libre de elegir el programa de un concierto?


Realmente se discute y se llega a un acuerdo. Me parece una elección fantástica... Liszt y Wagner tuvieron una relación muy especial, Liszt estaba casado con una hija de Wagner. Eso hace que unirlos en un concierto tenga un significado especial, más allá de las partituras. Me agrada, es una gran elección.


¿Cuál es el escenario soñado de un artista de élite?

En realidad, cada concierto y cada escenario tienen su sentido. Por ejemplo, para mí, esta es la primera vez que vengo a tocar a República Dominicana, eso hace que sienta gran expectación. Una nueva ilusión.

Treinta, treinta y cinco años de carrera profesional. ¿La audiencia de la música clásica ha evolucionado?

Sí, definitivamente. Y hay buenas noticias. Siento que hay una nueva audiencia, que los jóvenes se están acercando a la música clásica de nuevo. Es un proceso lento, que camina poco a poco, pero es alentador. Tenemos que hacer un esfuerzo en esa dirección, porque costará todavía unos años y porque hay que cambiar algunas cosas. Pero siento, y lo veo en mis conciertos, que estamos encontrando una vía de acercamiento a un grupo que antes no llegaba a los teatros. Más jóvenes se interesan por los clásicos.

Dedica parte de su tiempo a la enseñanza.

No tanto como quisiera, pero es algo que me produce más satisfacción de la que creía cuando empecé. Hay algo importante. Tuve grandes profesores, que pertenecían a la escuela francesa de piano. Esa tradición, esa escuela debe ser transmitida y somos nosotros, los que recibimos lecciones de los grandes de esa época los que tenemos la responsabilidad de transmitir esa sensibilidad. Si no, se perderá. Y en segundo lugar... ¡no creí que se aprendería tanto enseñando! Por supuesto, cuando doy clases me acuerdo de mis profesores, de lo que me enseñaron, de lo que aprendí. Es hermoso recordarlo y un honor poder transmitirlo.

¿Llegará el momento en que la música clásica pierda la etiqueta de elitista?

Es un reto porque la música clásica es tan maravillosa que no se debe permitir que sea exclusiva. Hay que trabajar para llevarla a otros escenarios, a más gente, a espectáculos con precios más asequibles. Es maravilloso que la gente acuda a un teatro y eso se debe preservar. Pero se deben abrir vías de comunicación con otros públicos.

Le interesa la moda, el arte moderno, el cine... las grandes manifestaciones artísticas del siglo XX. ¿Qué novedad del siglo XXI le atrae?

El arte en todas sus manifestaciones, las que usted ha nombrado por supuesto, son muy importantes en mi vida. La música no es el único arte que me ocupa. Creo que las artes clásicas evolucionan y son importantes en todos los siglos... porque el gran Arte perdura y traspasa el tiempo. El siglo XXI ha traído una explosión de tecnología, de redes sociales... Internet en general me parece apasionante. Los jóvenes que crecen en este tiempo tienen a su alcance toda la información de todo el mundo en todo momento. Eso, obligatoriamente supondrá un salto que todavía no valoramos en su dimensión. Hay que controlar la falta de seguridad y de privacidad, claro, pero veo más ventajas que inconvenientes...

¡Por lo menos los artistas clásicos están más protegidos de esos riesgos que los de la música popular!

Sí, afortunadamente no tenemos a un paparazzi esperándonos en la puerta del hotel... Pero depende... por ejemplo en China o en Japón los artistas de música clásica si tienen fans, que los siguen como en Europa se sigue a los famosos. Cada sociedad tiene una manera particular de expresarse.

El artista clásico encerrado en su propio mundo es un arquetipo que usted parece desmentir... Incluso tiene tiempo para la filantropía.


Es verdad, ese artista aislado y tratado como un ser diferente, protegido, ajeno al mundo... está ya desfasado. Necesitamos estar en contacto con la gente, con el presente, con lo que pasa. Tenemos que estar en la realidad para poder nutrirnos y enriquecernos de los demás. Y la filantropía... es algo que aprendí en mi casa: hay que dar a la sociedad cuando has recibido mucho. Estoy haciendo mi propia fundación, que se dedicará a reunir fondos para investigar el cáncer infantil. El cáncer es terrible, y la muerte se puede llegar a aceptar como un paso natural en la vida... Pero no en la vida de un niño. Es algo que me conmueve profundamente y creo que puedo aportar mi talento y mi trabajo en esa dirección.

Muerto el disco... ¿sigue interesado en grabar? ¿Dónde está el futuro de la música clásica?

Es todo tan inmediato... Termina un concierto y probablemente ya está en you tube. Es increíble las puertas que se abren así. La cantidad de nuevos públicos a los que se llega. Lo importante para la música clásica es que los nuevos soportes ofrezcan la calidad de sonido que se necesita. Por eso es tan importante el encuentro en vivo con el público. No hay nada como un concierto en un teatro, es otra experiencia. Es una relación con el artista más solemne, más cálida. Es irrepetible.

¿Es usted tan feliz como parece?

Sí, soy una persona feliz. Tengo una vida hermosa. Me despierto cada día y hago lo que más me gusta y me pagan por ello. ¿No es eso la felicidad? Viajo, conozco personas maravillosas, tengo experiencias interesantes, una vocación a la que puedo dedicarme... Cuando se tiene tanto... hay que devolver.

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