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Juncker, el hombre que conoce todos los secretos del euro, deja el Eurogrupo

Su personalidad extrovertida e irónica ha dejado un sinfín de anécdotas

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Juncker, el hombre que conoce todos los secretos del euro, deja el Eurogrupo
El presidente del Eurogrupo y primer ministro de Luxemburgo, Jean-Claude Juncker (C) , el ministro de Economía español, Luis de Guindos (d), y el ministro de Finanzas griego, Yannis Stournaras. EFE
BRUSELAS.- El presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, el hombre que conoce todos los secretos del euro, dejó hoy el gobierno del club de la moneda única y puso punto y aparte a una de las carreras políticas más longevas en las instituciones europeas. "Conozco a Jean-Claude Juncker desde hace ya 25 años.

Es el más experimentado de todos nosotros. Merece toda nuestra gratitud. No solo por ser el primer ministro del Eurogrupo durante el periodo más difícil, y todo sin perder la sonrisa ni el sentido del humor", dijo a Efe el presidente del Consejo de la UE, Herman Van Rompuy.

Juncker presidió hoy su última reunión del Eurogrupo al frente del cual tomó el relevo como presidente el ministro de Finanzas de Holanda, Jeroen Dijsselbloem, un laborista de 46 años, que apenas lleva tres meses como responsable de Finanzas de su país.

El político luxemburgués, que es además el primer ministro más veterano de la UE, representa el eslabón entre la Europa en ascenso y la que rema sin descanso para que el euro no la haga naufragar.

Juncker se estrenó en 2005 mediando entre el ex canciller Helmut Kohl y el entonces presidente de Francia, Jacques Chirac, para conseguir el Pacto de Estabilidad del euro, y se marcha en 2013 después de que se hayan sentado las bases del supervisor bancario único.

Elegido primer ministro de Luxemburgo por primera vez en 1995, obtuvo su primer cargo en el Ejecutivo de su país con 27 años.

Fuentes comunitarias explicaron a Efe que su "vocación" por el proyecto europeo nació tras un encuentro con el ex presidente de la Comisión Europea (CE), el también luxemburgués Jacques Santer.

Su personalidad extrovertida e irónica ha dejado un sinfín de anécdotas, como cuando en 2004 anunció erróneamente la muerte del líder palestino Yasir Arafat o cuando en marzo de 2012 las cámaras de todo el mundo captaron su broma de echarle las manos al cuello al ministro de Economía español, Luis De Guindos. Pero, en su última comparecencia ante la Eurocámara, Juncker se mostró desilusionado por la deriva intergubernamental del Eurogrupo.

A su sucesor, le recomendó "escuchar al Sur", en referencia a los países de la cuenca mediterránea, especialmente golpeados por la crisis, para evitar "el desastre". El presidente saliente dijo que le traerá cierto alivio dejar a un lado sus responsabilidades al frente del Eurogrupo pues tras años de contención podrá hablar "libremente, a título personal".

Ahora, Juncker se centrará en intentar ganar la reelección como primer ministro de Luxemburgo, "un Gran Ducado rodeado de pequeñas Repúblicas", según su irónica definición.

El político luxemburgués pudo ser el presidente de la Comisión Europea en 2004, aunque no llegó a aceptar el puesto y se propuso, sin conseguir después apoyos suficientes, ser el presidente permanente del Consejo Europeo, el cargo que hoy ocupa Van Rompuy.

Para el vicepresidente de la comisión de Asuntos Económicos del Parlamento Europeo, Pablo Zalba (PP), Juncker "no abandona el barco en la peor zozobra" sino "cuando empieza a volver la calma". "Hay que valorar los avances que se han producido en la integración económica. Aún no somos conscientes de los avances desde la segunda mitad de 2012.

Hace seis meses el euro aún se ponía en entredicho y hoy las dudas se han disipado. Una parte del mérito recae evidentemente en el señor Juncker", apuntó Zalba. El eurodiputado socialista español Antolín Sánchez Presedo destacó que Juncker "ha tenido quizás que contenerse en los últimos años y hacer grandes ejercicios de paciencia porque el ritmo en los últimos tiempos lo han querido marcar Francia y Alemania".

También destacó "su ironía fina, sutil, muy propia de las personas que saben usar bien el lenguaje". "Hollande es bueno para Europa y Merkel no es mala", es una de las últimas frases de Juncker, muy propia de su estilo diplomático pero incorregible.