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Se enciende la chispa en el mundo del celuloide local

Fruto de los incentivos las producciones casi se han duplicado y el número de inversionistas crece

SANTO DOMINGO. Al paso que va, el 2013 terminará siendo uno de los años más dinámicos para el cine dominicano.

En lo que va del año se han exhibido diez películas de factura nacional y se espera que terminen siendo catorce, casi se dobla el número de rodajes de 2012 (que fueron diez), y es también cada vez es más evidente la mayor simpatía de los inversionistas que con nuevos proyectos, como los Estudios Indomina, están constituyendo la infraestructura de la naciente industria cuyo crecimiento descansa sobre los hombros de una base común: los incentivos de la Ley 108-10, mejor conocida como la Ley de Cine.

Ahora la compañía local que produzca un largometraje podrá deducir de su inversión el 100% del Impuesto Sobre la Renta con la restricción de que el tributo no puede pasar del 25% del total de impuestos a pagar. Los extranjeros que filmen parte o una película entera en el país -con inversión mínima de US$500,000- se les devolverá el 25% del total de gastos en que incurran.

En 2011 Andy García, con su película de The Truth, dirigió el primer largometraje extranjero que se acogió a los incentivos de la Ley de Cine. La inversión en el país fue de US$1.2 millones de la cual recibió en retorno el 25%.

En general, hay exenciones para importar equipos, para la reinversión, para la construcción de salas de cine y para el establecimiento de estudios. Es decir, todo un conjunto de benevolencias cuyo impacto económico en los próximos cinco años se estima alcance US$1.2 billones con 24,000 empleos generados y más US$100 millones en recaudaciones para el Estado, según datos de Antonio Gennari, director financiero de los Estudios Indomina. Esto además de la dinamización marginal que tiene para otros sectores como el vestuario o los servicios de comida, por citar dos casos.


Dinamismo. Se espera que la industria del cine en los próximos cinco años aporte 24,000 empleos. 

Desde la promulgación de la ley se han otorgado 61 permisos de rodajes, 35 de ellos dominicanos. Quizás pudiesen ser más, el detalle está en que la legislación ha sido dilatada en su entrada en ejecución plena.

La 108-10 se promulgó en 2010, entró en vigencia en 2011, tuvo un impasse con la reforma fiscal de 2012 que introdujo cambios en el artículo 39 sobre los incentivos fiscales para las películas extranjeras, y entonces fue a mediados de este año cuando el presidente Danilo Medina promulgó una enmienda para restaurar los incentivos a su estado original.

En resumen, son cuatro años de cambios que han tenido su influencia en la incertidumbre de los inversionistas. Según palabras de Ellis Pérez, director de la Dirección General del Cine, estudios de Hollywood no se decidían a invertir por el temor de quedar enganchados esperando la ratificación de los incentivos. Ahora que el tema está resuelto, "se esperan grandes anuncios".

En el plano local, los cambios se han dejado sentir. Contrario a los extranjeros, los cineastas locales no tuvieron problemas con sus incentivos en la ley, de manera que desde hace dos años disfrutan de ellos y esto, explica Manuel Troncoso de la firma de consultores IGM, ha provocado que ya empiecen a verse producciones con presupuestos que alcanzan el millón de dólares. Un caso reciente, por ejemplo, es Lotoman 2, que fue estrenada en 2012 y alcanzó los RD$46 millones.


Legislación. La última modificación a la Ley de Cine fue hecha en junio de este 2013.

Las expansión se debe a que las empresas, asegura Alfonso Rodríguez, de la Asociación de Profesionales del Cine (Adocine), han asumido muy bien la forma de inversión que implica el descuento de impuestos.

Así, bancos, como el Banco de Desarrollo Industrial y el Banco Hipotecario Dominicano, telefónicas como Claro y Orange, empresas de seguros como Universal, restaurantes como Adrian Tropical, supermercados como Centro Cuesta Nacional y Multicentro La Sirena son algunas de las entidades que apuestan a los proyectos cinematográficos según una lista compilada por la Dirección General de Cine que además incluye otros sectores como la industrias representadas por Mercasid y César Iglesias, y los gimnasios como Body Shop.

"Antes de la ley se hacían hasta cuatro y tres películas por año. Había años en que no se hacían nada, como el 2009. Sin embargo, este año se estrenan 14. El problema que tenemos ahora es la programación en los cines, porque son muchas", dice.

Según el cineasta otra de las ventajas ha sido que para poder ser sujetos de la legislación las empresas han tenido que formalizar sus operaciones llevar contabilidades, contratar abogados y aseguradoras.


Reto. Llevar espectadores al cine es cada vez es más difícil fruto de las nuevas tecnologías.

Pero no todo es color de rosa. Según el creador de títulos como Yuniol y recientemente, mi Angelito favorito, entiende que la legislación tiene que ser más rigurosa con los extranjeros y para este fin se estudia otra posible modificación. 

En adición, otros temas globales también deber sortear el cine dominicano. Uno de los más apremiantes es la bajada en las visitas a las salas de cine que ya reporta Hollywood y que se le atribuyen al impacto del acceso que tienen los consumidores a nuevas tecnologías.

Frente a esto la esperanza está puesta en plataformas audiovisuales como el internet, la televisión o los teléfonos inteligentes. "El contenido siempre va a ser necesario y cada vez más, porque la tecnología le pone en las manos a una mayor cantidad de gente los instrumentos para ver esos audiovisuales",  considera el director de la Dirección General de Cine.  

Escuela y técnicos
Actualmente existen alrededor de ocho escuelas de formación en temas de cine. Entre ellas están la Escuela de Cine y Televisión  de la UASD, los cursos técnicos del ITLA y del Infotep, el Instituto Global de Multimedia y en Santiago el Instituto de Cine de Santiago. Aunque con una calidad en avance, según cineastas como Alfonso Rodríguez la aspiración sería tener una escuela como la cubana, San Antonio de los Baños de manera que la calidad de los técnicos aumente significativamente. Profesionales, que a propósito, con el impulso que está teniendo la industria pueden dedicarse ahora a grabar producciones cinematrográficas no como antes que tenían que hacer malabares con producciones de televisión y comerciales.