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EEUU y Cuba
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Demanda de uniformes escolares cubanos en Miami

"La gente los pide", comentó el administrador del local Orestes Canales. "Por eso los trajimos"

MIAMI.- En la tienda de artículos baratos Dollarazo de Miami hay estantes repletos de pantalones, shorts y camisas rojas --copias casi exactas del uniforme escolar cubano-- que son algunos de los artículos preferidos de la clientela.

"La gente los pide", comentó el administrador del local Orestes Canales. "Por eso los trajimos".

Todos los años miles de uniformes fabricados en Miami llegan a Cuba, donde son usados por los escolares.

El gobierno cubano suministra uno o dos uniformes por niño cada año. Muchos estiman que no es suficiente y por ello los uniformes pasan a engrosar las lista de cosas que los isleños les piden a sus parientes que viven afuera. A pesar del embarco comercial de Estados Unidos, que ya lleva cinco décadas, los lazos económicos entre las familias de la isla y del exilio son sólidos.

"Hay un viejo chiste cubano", dijo Graciella Cruz-Taura, profesora de historia de la Universidad Atlántica de la Florida. "¿Qué tienes que tener en Cuba para estar bien y ser feliz?".

"Familiares afuera", es la respuesta.

Canales dijo que vende unos 1.000 uniformes cubanos por año. Un negocio vecino de los mismos propietarios llamado "¡Nooo Que Barato!" vende varios miles más. Por 4,99 dólares, el cliente puede comprar una réplica de los pantalones usados por los estudiantes de escuela primaria en Cuba. La camisa blanca del uniforme cuesta 99 centavos.

Roberto Salgado, iluminador de conciertos, compró seis camisas blancas para sus sobrinos en una tarde reciente en "¡Nooo Qué Barato!."

"Son niños y se ensucian mucho", comentó Salgado, de 44 años. "Y la familia no puede lavarlos todos los días".

Serafín Blanco, propietario de ambos negocios, dijo que lleva al menos diez años vendiendo el uniforme rojo y también uno alternativo amarillento.

Le compra los uniformes a empresas estadounidenses que producen uniformes parecidos y los vende junto con otros artículos escolares que adquiere en subastas.

En "¡Nooo Qué Barato!" se pueden comprar computadoras reconstruidas por 150 dólares y mochilas a 10 dólares. Por cada 100 dólares que gaste un cliente, recibe un bolso de lona para llevar las compras.

"Tenemos todo lo que necesitan en Cuba" dice una publicidad de radio y televisión del comercio.

En Miami ha surgido una microeconomía que busca servir las necesidades de los cubanos que envían regularmente comidas y alimentos a sus familiares en la isla. Ese mercado ha crecido en la última década, en parte porque más de 30.000 cubanos se van de la isla anualmente desde el 2002 y muchos de ellos mantienen estrechos lazos con sus parientes de Cuba.

En localidades con gran cantidad de cubanos como Hialeah y la Pequeña Habana abundan los negocios de artículos baratos que venden todo lo que puede necesitar una familia: zapatos, ropa interior, prendas para bebés, cubiertos, cafeteras e incluso redes para mosquitos. También hay numerosas agencias de viaje y de transporte.

El gobierno cubano impuso el lunes severas restricciones a la cantidad de productos que se puede enviar y aumentó los impuestos, lo que perjudicará a muchos cubanos de la isla, según sus parientes de Miami.

La venta de uniformes escolares es controversial en cierta medida porque pueden ser vistos como un símbolo de la revolución, que la gran mayoría de la comunidad de exiliados condena.

La educación ha sido una prioridad del gobierno comunista de Cuba desde los primeros años de la revolución de 1959. Voluntarios recorrieron la isla para combatir el analfabetismo, que por entonces afectaba al 25% de la población.

Hoy todo joven cubano sabe leer y escribir, según la UNESCO.

En La Habana, varios padres que acudieron recientemente a un local a recoger los uniformes escolares se lamentaron de que les daban muy pocos.

"Para mí lo ideal sería que los uniformes estuvieran allí y que cada uno pudiera comprar los uniformes que desee", manifestó Orieta Diez, una optómetra de 33 años que tiene una hija de siete años. "Yo no puedo llegar del trabajo y lavar todos los días y tender y planchar. Tengo que tener cinco blusas para cubrir la semana".

Agregó que los uniformes que le dieron le quedaban grandes a su hija y que tuvo que pedirle a una costurera que se los hiciese a su medida.

Gisela García, de 28 años y madre de dos hijos, dijo que tienen algunos uniformes extras heredados de hijos de sus amigos a los que ya les quedaban chicos.

En Miami, Josefa Espinoza, de 43 años, sabe que su familia tiene muchos problemas para hacer que sus hijos vayan a la escuela con uniformes atildados. Desde hace varios años que compra los uniformes rojos, mochilas, lápices y crayones para dos sobrinas.

"Todo lo que necesitan para la escuela", afirmó, "hay que comprarlo aquí".
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