Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Finanzas

Uruguay intenta continuar con su éxito

Expandir imagen
Uruguay intenta continuar con su éxito
El presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez. (EFE/HUGO ORTUÑO)

El nuevo gobierno quiere ser tan vanguardista como conservador. Cuando Uruguay se convirtió en el primer país en legalizar la marihuana hace dos años bajo el liderazgo del excéntrico ex guerrillero, José “Pepe” Mujica, el mundo comenzó a notar a esta pequeña república que alguna vez fue sólo otra provincia de lo que hoy es Argentina.

Aunque Uruguay ha sido conocido durante mucho tiempo como “la Suiza de América del Sur” y como un centro confiable para la banca extraterritorial, la sobria reputación del país como la democracia más estable en una región más conocida por su extravagancia y volatilidad se vio sacudida por el Sr. Mujica, cuyo inconformismo y comentarios extravagantes frecuentemente llamaron la atención.

Pero el sucesor más moderado del ex presidente, Tabaré Vázquez — un oncólogo de cabellos plateados de 75 años de edad perteneciente a la misma coalición Frente Amplio — quien regresó al poder en marzo después de haber llevado la alianza de izquierda a una victoria electoral en 2005, está regresando a los fundamentos básicos conforme Uruguay se prepara para el fin del auge de los precios de los productos básicos.

“Vázquez va a encabezar un gobierno más predecible, más cauteloso y ordenado”, dice Gerardo Caetano, analista político. Señala que no sólo la demanda china de exportaciones agrícolas uruguayas está disminuyendo, sino que las economías de sus dos vecinos gigantes de los cuales también depende, Brasil y Argentina, se tambalean al borde de la crisis.

“La gran prueba para el Frente Amplio comienza ahora. Debe demostrar que todavía puede tener éxito ahora que la bonanza ha terminado”, añade el Sr. Caetano. Lo más difícil para el Sr. Vázquez es cómo mantener las reformas sociales progresistas promovidas por el Sr. Mujica y al mismo tiempo los niveles sin precedentes de inversión extranjera de los que Uruguay ha disfrutado en la última década, a pesar de contar con un gobierno de izquierda.

Expandir imagen
Infografía
Con el expresidente uruguayo José Mujica el mundo comenzó a notar a esta pequeña república que alguna vez fue sólo otra provincia de lo que hoy es Argentina. (FOTO: AP/MATILDE CAMPODONICO)

El Sr. Vázquez anunció la semana pasada un histórico programa de inversión en infraestructura de US$12 mil millones en los próximos cinco años para reactivar la economía de Uruguay. Su gobierno también está insuflando nueva vida a las decaídas negociaciones para un acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Mercosur, el bloque comercial sudamericano que también incluye a Brasil y Argentina.

El deseo del Sr. Vázquez de realzar las credenciales progresistas del Frente Amplio, y su propia imagen como lo que el economista Ernesto Talvi describe como “un presidente de traje y corbata” exponen las contradicciones fundamentales en el corazón de la naturaleza de Uruguay. A veces parece ser uno de los países más conservadores de la región, y a veces, parece estar a la vanguardia del cambio.

“La sociedad uruguaya siempre ha sido notablemente conservadora”, dice Germán Cardoso, un legislador del opositor Partido Colorado. Sin embargo, señala que la élite política de Uruguay ha puesto el país a la vanguardia desde el comienzo del siglo XX, cuando se convirtió en el primer país de la región en introducir un estado de bienestar, el sufragio universal y en separar la iglesia del estado.

El Sr. Talvi, quien es director de Brookings Global-CERES Economic and Social Policy in Latin America Initiative, sostiene que Uruguay es fundamentalmente un país progresista.

“Es un mito que Uruguay es un país conservador. Es un país sensato, lo cual es sutilmente diferente”, dice el Sr. Talvi, señalando la vibrante democracia de Uruguay, con su fuerte oposición, el poder judicial independiente y la libertad de prensa. “No es fácil aplicar los cambios porque se necesita consenso, lo cual da la falsa impresión de ser conservadurismo. Simplemente se trata de que tenemos controles y equilibrios que funcionan”.

Entre los ejemplos más confusos de las actitudes de Uruguay se encuentra su aparentemente contrastante enfoque hacia la marihuana, el alcohol y el tabaco. Aunque da la impresión de ser liberal al legalizar la marihuana — aunque el gobierno prefiere hablar de su “regulación” para sacar del negocio a los narcotraficantes y así hacer frente a la delincuencia — al mismo tiempo adopta una postura estricta hacia la salud pública.

Las leyes que limitan la venta y consumo de alcohol y tabaco han provocado protestas, y el gigante del tabaco Philip Morris incluso demandó a Uruguay en un tribunal internacional por la violación de un tratado bilateral de inversiones al limitar la marca y la publicidad en las cajetillas de cigarrillos en lo que se considera una prueba de fuego para la industria del tabaco.

(c) 2015 The Financial Times Ltd. All rights reserved