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Cómo medir el bienestar

Un estudio demuestra cómo la desigualdad y la inseguridad conviven a menudo con altos niveles de PIB

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Cómo medir el bienestar
A partir de 1870 la estatura de los europeos comenzó a aumentar despegándose de otras poblaciones. EFE
PARÍS.- Por qué los africanos son cada vez más bajos y los japoneses más altos, cómo ha influido la emancipación de la mujer en la sociedad o por qué las aulas importan más que los mercados. A esas cuestiones trata de responder un informe que rebasa índices al uso para medir un concepto tan impreciso como el bienestar.

Elaborado por el grupo internacional de historiadores económicos "Clio Infra", el estudio "How Was Life?" (¿Cómo era la vida?) propone una panorámica de la calidad de vida desde al menos 1820 con el objetivo de "perfeccionar nuestro conocimiento del desarrollo económico actual y pasado, y cómo éste afecta a nuestras vidas".

Y las diferencias se reducen. Empujado por la bonanza de China o India, "el bienestar global ha aumentado en el curso de los últimos 200 años", revela a Efe el coordinador del informe, Jan Luiten van Zanden.

"El desarrollo positivo de un indicador de bienestar no supone necesariamente la mejoría del resto de índices", recuerda este historiador holandés tras precisar cómo "la desigualdad, la inseguridad personal y la mala calidad medioambiental" conviven a menudo con altos niveles de PIB.

Mientras la globalización "propiciaba la desigualdad en el seno de los países involucrados", la brecha de renta entre naciones no hacía más que estrecharse. Una "cierta generalización del bienestar" pese a todo imperceptible en el África subsahariana y que, según el estudio, traza un "mundo de masivos niveles de desigualdad".

Frente a esa brecha los resultados subrayan el rol beneficioso de la educación, directamente ligada al bienestar y una fuerza significativa para explicar el aumento general de la calidad de vida por su repercusión en la estabilidad política, la mejora de la salud o la competencia técnica de una sociedad.

Atento a variables de toda índole, el informe apuesta por una perspectiva amplia que, lejos de "limitarse al PIB", valora, por ejemplo, la decisiva influencia de la alimentación en la altura media de una población determinada.

Si a partir de 1870 la estatura de los europeos comenzó a aumentar despegándose de otras poblaciones, la altura de los africanos -relativamente superior- inició un "paulatino retroceso" motivado por un "prolongado subdesarrollo estructural" que hoy convierte a África en la "única zona del mundo donde recula la estatura".

Países como Japón, en cambio, registran hoy un alza sostenida de su altura media que debe argumentarse en la "globalización parcial de su alimentación".

Destaca, por otra parte, la relevancia de la emancipación femenina en el aumento del bienestar, un índice de desarrollo que hasta ahora, subraya Van Zanden, "nunca había sido tenido en cuenta en ningún medidor económico convencional".

Todas ellas son nuevas estrategias para un planeta anciano cuya población ronda ya los 7.000 millones de habitantes, causa principal del deterioro de la biodiversidad, así como del aumento de las emisiones de hidrocarburos, motivo de "más del 80 % de las enfermedades conocidas".

Son conclusiones de un inédito ejercicio de rigor estadístico, cuyos resultados sedimentan el trabajo de cuatro años, una gestión comparativa que buceó en al menos 25 países y 8 regiones del planeta.

"Se trataba de crear una gran base de datos capaz de cubrir múltiples indicadores económicos de desarrollo a escala mundial durante los últimos cinco siglos", argumenta Van Zanden tras recalcar la necesidad de trabajar "a largo plazo".

Un inabarcable catálogo de fuentes que, en algunos casos, se remonta cinco siglos atrás en un exhaustivo sondeo de registros y archivos civiles.

De "datos ya existentes" o "registros parroquiales, actas de nacimiento y defunción" a atajos documentales "menos obvios" como la hoja de leva de la flota de las Indias Orientales Neerlandesas, compuesta por tripulaciones africanas y útil recurso para conocer la constitución del africano medio a mediados del XIX.

Una minuciosa radiografía del mundo de ayer que esquiva pronósticos de cómo "será la vida" para entender el presente y que ahora, de seguir a sus autores, se reivindica como una "invitación abierta a los investigadores para que contribuyan con su trabajo a los resultados".
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