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Amenaza cubana

En círculos académicos, empresariales y gubernamentales dominicanos se debatió por años cuáles serían las consecuencias para nuestra economía de una reconciliación entre Cuba y los EE.UU. que pusiera fin al aislamiento del régimen cubano.

Los resultados de esas evaluaciones eran dramáticos. Reconocida la superioridad cubana sobre nosotros en materia de educación, salud y disciplina laboral, la economía cubana parecía ser como un titán encerrado en una jaula, listo para mostrar su poderío tan pronto se abriese la puerta que lo mantenía prisionero.

El escenario suponía una Cuba después del comunismo y los Castro. Anticipaba que la comunidad cubana en el exilio, mucho más próspera y capacitada que los emigrantes dominicanos a Nueva York, retornarían a la isla con sus inversiones y conocimientos, y que utilizarían su influencia política en los EE.UU., también mayor que la de nuestros compatriotas emigrados, para conseguir que Cuba recibiera préstamos y concesiones especiales.

En peligro inicialmente se veía la cuota azucarera dominicana. Luego la preocupación pasó a la iniciativa de la cuenca del Caribe, las exportaciones de zonas francas, la llegada de turistas, las ayudas y las inversiones.

Aunque los EE.UU. y Cuba van ahora a normalizar sus relaciones, muchas cosas han pasado en los últimos 53 años.

China y otros poderes han emergido, y ya Cuba no está aislada en nuestra región, recibe turistas e inversiones europeas, y ha venido dando pasos para abrir su economía y acomodar la iniciativa privada.

Pero los Castro y la estructura restrictiva del gobierno comunista siguen allá, los cubanos en los EE.UU. se oponen a la reconciliación, muchas de las sanciones seguirán vigentes, y existe el DR-CAFTA, acuerdo al que no es probable Cuba ingrese pronto.

Habrá consecuencias, sobre el turismo, el comercio y las inversiones, pero no luce que serán tan dramáticas como otrora se pensaba que serían.