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Haití, el segundo mercado mayor del mundo para bienes dominicanos

País vecino: fuente de mano de obra barata y mercado para RD

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Haití, el segundo mercado mayor del mundo para bienes dominicanos
En la agricultura, los inmigranres de Haití ganan el 50% de lo que ganan los dominicanos.

SANTO DOMINGO. Hoy comienza el “Día D”, y no en Normandía, sino en República Dominicana. Los tambores de la deportación suenan con agitación desde meses atrás, mientras las engrosadas filas de desesperados inmigrantes haitianos y de dominicanos de ascendencia haitiana reflejan una faceta del país que preocupa y llama la atención a la comunidad internacional.

Este martes, la declaración del ministro de Defensa, teniente general Máximo William Muñoz Delgado, dio una sonora percusión en los tambores de la guerra contra los indocumentados nacionales y extranjeros: “Dos mil hombres de las Fuerzas Armadas estarán diseminados en todo el territorio nacional listos para apoyar las acciones de la Dirección de Migración”.

Pero lo que hoy es una desgracia social para cientos de miles de personas, por mucho tiempo ha generado y en el presente genera cuantiosas ganancias para el país y para un puñado de empresas que históricamente han hecho negocios con la situación migratoria y con el comercio con el país vecino.

Datos al 2014, divulgados por el Centro de Exportaciones e inversiones (CEI-RD) revelan que durante ese año, República Dominicana exportó hacia Haití bienes por un valor FOB de US$1,056.32 millones, lo que convierte a la otra parte de la isla en el segundo mayor mercado en el mundo para los bienes dominicanos.

Según las estadísticas del Observatorio del Mercado Laboral Dominicano, durante el 2014, la población ocupada de nacionalidad haitiana en el país promedió las 157,562 personas, de las cuales 38,960 estaban ocupadas en el sector formal, y las restantes 118,602 trabajaban bajo la informalidad. A estos nacionales haitianos se suman otras 29,466 desempleados que buscaban o no activamente empleos o estaban desalentados por el mercado laboral.

La importancia de la mano de obra barata haitiana para las empresas dominicana se puso de manifiesto el 20 de febrero pasado, día en que la Confe- deración Patronal de la República Dominicana (Copardom), brazo laboral del Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP), publicó un espacio pagado en el que “expresa su preocupación” ante el escaso número de expedientes que a la fecha se habían podido someter para ser evaluados en el marco del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros en Situación Migratoria Irregular. Resaltó “los esfuerzos realizados por empleadores dominicanos, algunos de los cuales (...) han cubierto la totalidad de los costos asociados a la emisión de la documentación oficial haitiana”.

Explica el Banco Mundial en su informe “Haití y República Dominicana: más que la suma de las partes” (2012), que “la inmigración de Haití beneficia a la economía de la República Dominicana, ya que ofrece a las empresas del país una fuerza laboral joven y con salarios relativamente bajos”. En general, en República Dominicana, los trabajadores haitianos ganan el 60% de lo que gana el promedio de los dominicanos. En el caso del sector agrícola, donde se emplea una mayoría de inmigrantes haitianos, su salario promedio es la mitad del que reciben los trabajadores dominicanos.

Según la Encuesta Nacional del Inmigrantes (ENI-2012), al 2012, en República Dominicana residían 524,632 personas nacidas en el extranjero, de los cuales 458,233 son de nacionalidad haitiana, equivalente al 87.3%. A la fecha de los trabajos de campo de la ENI-2012, la estimación de los nacidos en República Dominicana, descendientes de inmigrantes haitianos, ascendía a 209,912 personas. Al 2012, el resultado es que la población de origen haitiano, compuesta por inmigrantes de esa nacionalidad y sus descendientes nacidos en el país sumaban 668,144 personas.

Es el resultado humano e histórico de un largo negocio binacional que ha dejado pingües ganancias a las empresas y al Estado de República Dominicana.

63 años después

El 5 de enero de 1952, Paul E. Magloire y Rafael Leónidas Trujillo Molina, presidentes de las repúblicas de Haití y Dominicana, respectivamente, firmaron el Acuerdo sobre la contratación en Haití y la entrada en la República Dominicana de jornaleros temporeros haitianos, para trabajar en la agricultura y la industria. 63 años después, 40 mil cortadores de la caña de nacionalidad haitiana y sus 100 mil descendientes nacidos en el país, reclaman documentos que les impedirán ser expulsados del país. Pero hoy el reloj terminó de correr.
 

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