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¿Ahorro o pago deudas? (2 de 2)

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¿Ahorro o pago deudas? (2 de 2)

Por Alejandro Fernández W.

Analista financiero

Hasta pagar un préstamo a veces luce más complejo de lo que uno pensaría inicialmente. Son muchas las variantes. Si tengo varios, ¿Cuál pago? ¿El de mayor interés? ¿O el más chiquito? ¿Abono para reducir la cuota y mantener el mismo plazo? ¿O será mejor abreviar el plazo?

Reitero que, como todo en nuestras finanzas, no hay un blanco o negro. La respuesta mágica casi siempre será: “Dependerá”. Pero sí hay algunos principios básicos que servirán para guíarnos.

En primer lugar, el saldo de un préstamo no debe ser una decisión tomada a la ligera y mucho menos de una forma impulsiva. “Deja abonarle a este préstamo, para salir de eso” pensarán algunos, sin antes tomar en consideración las implicaciones.

Por ejemplo, al momento de hacer pagos extraordinarios, debemos saber si el banco aplica una “clausula por saldo anticipado”, que pudiese conllevar tener que pagar un molestoso recargo por cancelar antes de lo previsto.

Dichas clausulas varían de entidad a entidad, por lo que ojalá haberlas leído antes de firmar el pagaré. De no ser así, toca hacerlo, para cuantificar la conveniencia de cancelar el préstamo X o el Y.

Algunos préstamos están atados a ciertas garantías, mientras otros son a “solo firma”. Los primeros conllevarán a un menor costo (al ser menos riesgosos, tienen una menor tasa), pero mantendrán comprometida la garantía y limitarán si podemos disponer de ella a conveniencia.

Cuarto: No es lo mismo un préstamo a cuotas que una línea de crédito. En una línea de crédito típicamente se hace pagos de intereses y si le abonamos al capital luego podemos volver a tomar préstado contra la misma línea también llamada “revolvente”.

Esa flexibilidad en el acceso es bastante atractivo, sobre todo en el caso de que nuestro flujo de caja tenga sus momentos de vacas flacas y otros de vacas gordas.

Claro, tanta belleza viene a un costo: Muchas veces esas facilidades son más costosas en cuanto a su interés y otras veces nos proveen un falso sentido de capacidad de pago, pues nuestros pagos son solo de interés mientras el capital queda ahí intacto, generando más costes financieros.

Quinto: No solo de interés vive el hombre. O la mujer. O, en este caso, el banco. Por ello debemos siempre recodar que en el gasto total de un préstamo, además del implicito en la tasa de interés, puede haber una serie de otros gastos.

Por ejemplo, además del recargo por saldo anticipado ya descrito, están las gastos por seguro de vida, por desempleo, por la propiedad (en el caso de los hipotecarios), los legales, los del cierre, entre otros, que deben estar todos identificados en el contrato del préstamo que se firma.

Recuerdo un joven que canceló un préstamo al 21% en Banco X con un nuevo préstamo de la Asociación Y al 18%. El joven se sintió feliz, hasta que cayó en cuenta que al 18% de la asociación tenía que agregarle muchos otros de los recargos, a tal punto que la tasa de interés efectivo era de... ¡Un 24%!

Sexto: Las finanzas te dirán que siempre le pagues al préstamo con el costo más alto y que luego de saldar ese más caro abones al siguiente con la tasa más alta.

La psicología reconoce que esto de salir de “líos” no es algo glorioso, ni mucho menos facil, por lo que abonar a préstamos con una tasa de interés más baja, pero de menor monto, aunque no lo óptimo del punto de vista financiero, servirá de estímulo para mantener encarrilado nuestro plan de “deslíamiento”.

Séptimo, y finalmente: Si el deudor es capaz de hacer el pago de sus cuotas mensuales de forma regular, si ya cuenta con su fondo de emergencia y si prevee mantendrá esa estabilidad en el futuro, es buena idea, al momento de hacer un pago extraordinario, abonar para abreviar el plazo, manteniendo la misma cuota. ¿La razón? Sencilla: Reducirá los intereses totales que pagará de forma dramática.

Ahora bien: Si ya bajo las condiciones actuales el deudor está bajo cierto “estrés” al pagar sus cuotas, bien podría ser una buena idea utilizar un “vientecito” no esperado para fortalecer su fondo de emergencia, por un lado, y para abonarle al préstamo reduciendo las cuotas (no el plazo) y así poder estabilizar mejor sus finanzas y las de su familia.

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