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¿Cómo medir tu salud financiera?

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¿Cómo medir tu salud financiera?

Ramón se me acercó en la redacción para invitarme a almorzar. Un profesional del periodismo de muchos años, quería hacerse un “chequeo”, aunque no médico.

Se trataba de una revisión de sus finanzas personales y familiares, para poder determinar qué tan bien (¿o mal?) estaba su estado financiero. Con gusto acepté.

Mi amigo periodista era proactivo en sus retos financieros, sea de préstamos o sobre sus cuentas. Los consultaba, de manera más informal en el pasado, conmigo en la redacción, pero también con su hija, que trabajaba en un banco, y con un banquero amigo de muchos años.

Esa proactividad, canal de comunicación con su familia y de consulta con un grupo de expertos de confianza, hablaba bien, de entrada, sobre el manejo financiero de Ramón, incluso desde antes de sentarnos en la mesa del almuerzo.

La analogía con la consulta médica, por cierto, no es sólo simpática. Los temas financieros, está harto demostrado, producen estrés. De hecho, son unos de los principales determinantes del estrés, incluso en las economías más ricas y con mucho mejores mecanismos de protección y bienestar social que el nuestro.

El impacto del estrés en la salud de la persona también está demostrado, en su presión arterial, su capacidad inmunológica, hasta a la propensión a la diabetes y muchas otras aflicciones... ¡fisiológicas, ni hablar de otras como desórdenes del sueño, depresión y ansiedad!

El círculo, potencialmente destructivo, se cierra cuando conectamos el impacto que la salud tiene sobre las finanzas de cualquier hogar, incluso entre aquellos que cuentan con seguros de salud. Por ejemplo, en Estados Unidos los problemas de salud son de los principales causantes de las bancarrotas personales.

Finanzas. Estrés. Salud. Las tres conectadas. Vista su interrelación, ¿Cómo está el lector en cada una de ellas?

Para iniciar ese proceso de autoevaluación, compartiremos cómo pudo haber fluido mi conversación financiera con Ramón durante nuestro almuerzo, construyendo sobre la metodología de diagnóstico del Center for Financial Services Innovation (CFSI) de los Estados Unidos.

salud financiera: ocho claves

Las primeras preguntas sorprenderán. ¿Cuál es mi relación con el dinero? ¿Mi actitud hacia las finanzas? ¿Veo el dinero como un fin en si o como un medio para realizar las aspiraciones mías y de mi familia? ¿Quién determina esas metas? ¿Tú mismo o quienes te rodean? ¿Controlas lo que gastas o el gasto te controla a ti?

Segundo: ¿Soy pasivo o proactivo en temas financieros? ¿Me niego a enfrentar la realidad, viviendo de cuento en cuento y deuda en deuda? ¿Conozco con cuáles activos cuento, lo que debo y lo que tengo?

Quien no responde esas preguntas, y atiende cualquier desequilibrio que ellas puedan evidenciar, no estará listo para responder las más elementales.

Tercero: Una interrogante básica (y que muchos, increíblemente, no podemos responder): ¿Gastas más de lo que ingresas? ¿Cuánto más? ¿Y por qué generas el déficit? ¿Para solventar gastos corrientes o sustentar inversiones en activos de valor real?

Cuarto: Si te financias, ¿Es sostenible la deuda que has asumido? Las cuotas de pagos mensuales, ¿representan más del 30% del ingreso familiar? ¿Incluye deuda tóxica, como la de tarjetas o usureros? ¿La deuda es a plazo y tiene un fin? ¿Sabes cuándo lograrás liberarte por completo de ella?

Si vas a Laboratorio Amadita o al de Referencia, ¿visitas también a DataCredito y TransUnion? Es decir, ¿has revisado tu historial de crédito? ¿Tu “score” de crédito? ¿Cada cuánto tiempo? ¿Está en orden?

Quinto: ¿Pagas tus deudas, tarjetas y compromisos fijos, como el colegio de los niños o el alquiler de la casa, a tiempo y regularmente? Igual como una arritmia cardíaca puede ser sintomática de un problema más grave, las moras recurrentes o los pagos irregulares, pueden ser el primer síntoma de un desajuste económico.

Sexto: Así como le pagas al banco por prestarte, ¿te pagas a ti mismo para tu futuro, por vía del ahorro? ¿Aunque sea el 1% de tus ingresos? Lo que es más, esos ahorros que ojalá ya estés programando y realizando, ¿tienen su propósito definido, cual si fueran su nombre y apellido?

Penúltimo: Medición de tu salud financiera: Si esta quincena no llegara la nómina al hogar, ¿Podría hacerle frente a los costos fijos sin tener que recurrir a la deuda? ¿Y si faltara por tres meses, en lo que se sustituye el ingreso perdido?

En otras palabras, ¿cuenta el hogar con suficiente resiliencia o “aguante” financiero, sea por la vía de “clavitos” de ahorro, seguros de vida, propiedad y la salud?

¿Hay un plan? Es la última pregunta, y no una que necesariamente se tiene que responder con un sofisticado y detallado modelo financiero. Pero, como mínimo, ¿puedes construir un primer presupuesto? ¿De una quincena? ¿De tres meses? ¿Puede el hogar sentarse y tener una idea, así sea aproximada de cómo hará realidad sus metas a más largo plazo como un vehículo, un hogar, una educación o un retiro?

Cada lector tendrá respuestas diferentes a tantas preguntas. Pero son todas esenciales para poder establecer el real nivel de salud financiera individual y del hogar.

Con Ramón avanzamos en una primera sentada sobre la mesa del restaurante. Pero quedaron tareas que luego él completó.

Invito, por igual, al lector a hacerse su primer “chequeo” financiero. Su bolsillo, y sobre todo su salud, se lo agradecerá.

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