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El teatro cambiario

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“No existen razones ni monetarias ni fiscales” y “Héctor Valdez”. Escríbalo en su buscador favorito como hice hoy, y encontrará 17,400 contenidos relacionados al precio y la disponibilidad de divisas en República Dominicana.

Con un impactante trabajo de portada del primer lunes después de Semana Santa, Diario Libre nueva vez abrió el telón de una obra que nunca termina: “La Gran Ansiedad Cambiaria Dominicana”.

En el primer acto vimos a dos empresarios desgarrando sus vestiduras frente al periodista que devela un reclamo que para muchos es un secreto a voces: “¡No aparecen las suficientes divisas (US$1 millón uno, US$300 mil el otro) para pagar nuestras importaciones! ¡Oh, Dios!”

Se cierra el telón.

Para el segundo acto, no hubo prensa, aunque en puestas en escena anteriores se invitaba a medios de comunicación.

Tensos y curiosos, sentados y con sus juguitos y cafés bancentralianos frente a ellos, están los tesoreros de nuestros bancos, esperando la entrada de las autoridades monetarias, encabezadas por el “Gober” HVA, “La Vice” y el fiel y poderoso “Sr. Gerente”.

“Díganme”, escucho al gobernador reclamarles, con una sonrisa a medias que no le sale, “¿Qué es lo que está pasando?”

Los tesoreros se miran entre sí para ver cuál será el primero en hablar...

Se cierra el telón.

El último acto es un clásico en las finanzas dominicanas. Desde que inicié mi afición a la banca, allá en 1994, el mensaje que se proclama, como un monólogo por todos conocido, ha sido siempre el mismo.

Puedo recitarlo de memoria: “No hay razones, ni monetarias ni fiscales, para ajustes bruscos en la tasa de cambio.” “Inyectaremos millones de dólares”. “No vamos a permitir que se genere incertidumbre con el flujo de divisas”. “La situación se normalizará en los próximos días”. “Se mantiene el flujo normal de dólares”.

Se cierra el telón.

El mercado cambiario de siempre

No entiendo tanta sorpresa (¿e incomodidad?) con los últimos acontecimientos en el mercado de divisas pues son, para mí, los mismos de los últimos diez años.

La queja en cuanto a la disponibilidad de divisas es una que hasta cualquier pulpero o colmadero puede entender. En el país, el mercado de divisas es, aunque en teoría libre y competitivo, “sucio”.

Se administra. Se maneja. Se interviene. A niveles excesivos para muchos (me incluyo), pero procurando una meta que beneficia, sobre todo, a los mismísimos sectores importadores y comerciales que son quienes más parecen molestarse.

En las primeras gráficas me explico. El nuestro es el país de la región con la menor tasa de devaluación, exceptuando a aquellos con economías dolarizadas.

El precio del Peso Dominicano es también uno de los más estables y predecibles, manejándose dentro de una estrecha banda de devaluación de la “Regla HVA” que, desde 2008, sólo permitió que la devaluación superara 6% un 10% del tiempo.

Tan baja, estable y simpáticamente predecible tasa de devaluación, choca con la que es normal en muchos otros mercados, donde en apenas un día sus monedas se devalúan lo que nuestro Duarte se deprecia... ¡En todo un año!

Lograr tanta belleza cuesta. Y requiere, entre otras intervenciones, la adecuada coordinación en los flujos de compra y venta de divisas. Esa “coordinación” o micro gerencia incluye el racionamiento temporal de divisas, como le ocurrió a los dos empresarios, algo que a muchos nos choca, mientras a otros irrita.

¿Funciona? Ha funcionado. De que el mercado, aún uno tan hipersensiblemente controlado e intervenido como el nuestro se mueve, se mueve. Sólo en febrero de 2016 se vendió US$1,900 millones al mes para pagos al exterior.

¿Se mantendrá este esquema? Lo dudo. ¿Será mejor la alternativa? Dependerá de para quién. Pero apunte esto: Muchos de quienes hoy lloran, mañana añorarán el teatro cambiario que ahora abuchean.

Hasta entonces, cerremos el telón.

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