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Cambio a doble vía

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Cambio a doble vía

Los vínculos económicos entre países son un tema recurrente en casi todos los eventos internacionales. Se espera, y la teoría económica así lo predica, que la especialización, el intercambio, la tecnología y la eficiente asignación de recursos productivos generen un incremento en el nivel de vida de todos los países cuyos lazos se fortalecen.

La experiencia indica, sin embargo, que algunos vínculos son mucho más fáciles de crear que otros.

Los más fáciles son aquellos en que una parte da y la otra recibe. Son, en esencia, unilaterales. Los países receptores los aceptan complacidos. Y no están sujetos a consideraciones de rentabilidad o mercado.

Recordamos en ese sentido los repetidos intentos del desaparecido gobierno de Libia por forjar uniones económicas y políticas con otras naciones, entre ellas Siria, Egipto, Marruecos y Túnez. Mientras el arreglo se limitaba a donativos de dinero y petróleo libios, todo marchaba sobre ruedas, pero cuando se trataba de implementar la unión el asunto se ponía muy difícil.

Se menciona ahora la creación de una zona económica en el Caribe, como un paso más allá de Petrocaribe. Su alcance y pormenores se conocerán próximamente y sería deseable que fuese viable, pero debemos reconocer que es difícil compaginar economías de mercado con economías dirigidas. El sector privado actúa en base a beneficios y los gobiernos tienen otras consideraciones.

Si no existe, por ejemplo, una línea aérea que una a todas las islas del Caribe es porque no ha sido rentable para los inversionistas. Se puede crear una, por supuesto, siempre que algún gobierno la subsidie.

Y en cuanto a la zona, los acuerdos entre bancos centrales para usar monedas locales, los créditos, las exenciones tributarias y los intercambios de productos tienen una influencia limitada sobre las decisiones de los empresarios.

Convertir algo unilateral a algo de doble vía no es sencillo.