Débiles y poderosos

Aunque remoto y poco relacionado con la RD, el dramático caso de Chipre envuelve una importante lección respecto de la banca y la seguridad de los depósitos.

Con sus dos mayores bancos insolventes, era poco lo que el gobierno chipriota podía hacer. Tuvo que aceptar lo que la "troika", compuesta por el FMI, el Banco Central Europeo y la Unión Europea decidieron imponerle, lo que deja al descubierto al 56% de los depositantes.

El mecanismo aceptado conlleva dividir en dos partes el segundo mayor banco, el Banco Popular de Chipre (también conocido como Laiki), lo que implica su virtual desaparición. La parte buena, que incluye los depósitos de menos de 100,000 euros, será asumida por el banco más grande, el Banco de Chipre, y la otra operará como un liquidador de activos problemáticos.

Esa división, sin embargo, no es lo fundamental. Lo realmente significativo es quién va a asumir las pérdidas de los bancos, y es a ese respecto que la solución sirve de enseñanza.

A cambio de recibir 10 mil millones de euros, Chipre congelará los depósitos de más de 100,000 euros en el banco Laiki, dejándolos en el banco malo, con lo que esos depositantes pueden perder más de la mitad de su dinero. Pero también en el Banco de Chipre, los depósitos superiores a 100,000 euros serán congelados y utilizados para absorber las pérdidas y para capitalizar al banco convirtiéndolos en acciones.

En la Unión Europea, el seguro de depósitos cubre sólo a los de menos de 100,000 euros, por lo que técnicamente la solución cumple con esa protección. Pero cuando los bancos europeos estaban en su peor momento por sus inversiones en la deuda pública de gobiernos deficitarios, Alemania, Francia y otros países garantizaron todos los depósitos, sin importar su monto.

A Chipre sí se le aplica el tope del seguro. La lección es que las regulaciones no funcionan igual para los países poderosos como para los débiles.

Gustavo Volmar