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Dos años de presidencia

El inicio del segundo período presidencial de Obama marca el comienzo de sus últimos dos años de gobierno. El período es de cuatro, pero los dos primeros años son los que más cuentan.

Los otros dos son menos importantes porque se sabe que Obama no volverá a postularse. Para él no es posible un tercer período. Y se entiende que cuando le queden ya sólo dos años no habrá tiempo para nuevas iniciativas. Ya para ese entonces de lo que se hablará será de quiénes serán los candidatos para las próximas elecciones, el Congreso estará muy ocupado en sus propias campañas, y Obama fijará su atención en completar algunas cosas que inició anteriormente para que lo recuerden por ellas.

Obama podrá influir sobre quién será su sucesor, pero su influencia no será determinante. Si mantiene un buen nivel de simpatía, el nuevo candidato lo usará en la campaña, pero una vez gane, si es que gana, lo dejará a un lado, tratará de trazar su propio rumbo y evitará ser un simple continuador de su obra.

Eso significa que Obama tiene los próximos 24 meses para proponer e impulsar cosas nuevas. Circunstancias fortuitas, como un conflicto bélico, pueden dinamizar los siguientes dos años, pero aún así la maquinaria de la sucesión seguirá operando. Luego, como ex presidente, se ocupará de la construcción de la biblioteca que guardará sus papeles (una tradición estadounidense), o será contratado para dar conferencias en eventos políticos y académicos, o se dedicará a laborar en alguna organización humanitaria, ecológica o de otro tipo.

No ganar un segundo período se considera un fracaso, como ocurrió con Carter y Bush padre, pero ganarlo puede traer problemas. Nixon tuvo que renunciar, Bush hijo se empantanó en la guerra y la recesión, y Clinton tuvo su escándalo amoroso. Y luego, sin la posibilidad de retorno al poder, viene la lucha por evitar caer en la irrelevancia y el olvido progresivo.