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Se acabaron las vacas sagradas

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Se acabaron las vacas sagradas

El nuevo presidente de México. La propuesta de Enrique Peña Nieto de reformar la televisión y las telecomunicaciones muestran que es en serio que sacudirá la economía 

Durante la exitosa campaña electoral de Enrique Peña Nieto el año pasado, los observadores políticos asumieron sus promesas de reforma estructural con gran recelo. Peña es parte del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó el país autocráticamente durante siete décadas y había bloqueado o diluido la mayor parte de la agenda legislativa de Felipe Calderón, el presidente durante el período 2006-12. Además, le debe gran parte de su ascenso a la prominencia a Televisa, una red de televisión que tiene el 70% del mercado mexicano de televisión gratis. La compañía transmite telenovelas con su futura esposa como protagonista y le dio gran cobertura durante la campaña. La opinión pública era que Peña solo impondría reformas cosméticas a Televisa - o a cualesquiera otros grupos de interés que han paralizado la economía mexicana.

Sin embargo, en solo dos semanas, Peña ha revelado el alcance de su ambición. Ahora que el PRI ha reasumido la presidencia, él parece decidido a limpiar el bloqueo monopolístico al crecimiento mexicano y enfrentar a sus más formidables cabilderos. El 26 de febrero la fiscalía arrestó a Elba Esther Gordillo, la cabeza del sindicato de maestros, acusada de malversación. Y el 11 de marzo Peña atacó a Televisa misma - al igual que a Carlos Slim, el hombre más rico del mundo - al anunciar una reforma que podría finalmente dar apertura a una de las industrias menos competitivas de México. "Estoy aquí para transformar al país, no solo dirigirlo", dijo el presidente el día antes de revelar el plan.

Slim, quien controla el imperio de las telecomunicaciones América Móvil, y Emilio Ascárraga, el jefe de Televisa, son los oligarcas mejor conocidos de México. Ambas empresas disfrutan de la mayor participación de sus mercados. En el 2012 el OECD estimó que la ausencia de competencia en las telecomunicaciones le cuesta a la economía del país $25 mil millones al año, debido al alto precio de la banda ancha y de las llamadas de líneas fijas a teléfonos móviles. Durante años los legisladores han tratado de erosionar gradualmente el imperio de Slim. Pero con frecuencia sus abogados han obtenido medidas cautelares para evitar legislación que afecte sus intereses.

La propuesta de Peña, que su ministro de finanzas dice incrementará el crecimiento económico anual de México en un punto porcentual, dejaría a América Móvil con poco espacio para maniobrar. Tiene la intención de establecer un nuevo instituto autónomo de telecomunicaciones con la potestad para imponer fuertes multas sobre las empresas que controlen más de la mitad de sus mercados, o que los segreguen. Asumiendo que también se promulga una ley de reforma separada, las decisiones de la agencia tendrían vigencia de inmediato y permanecerían vigentes hasta que fuesen derogadas por una sentencia de los tribunales.

Además, el instituto podría implementar honorarios de conexión asimétricos. Eso obligaría a América Móvil a pagarles más a sus competidores que viceversa para enrutar llamadas. El plan descartaría también los límites a la propiedad extranjera y establecería un "operador de operadores" estatal. Los inversionistas parecen creer que el plan tendrá impacto: las acciones de América Móvil cayeron en 9% en los tres días siguientes a su divulgación.

En televisión la reforma busca atraer nuevos competidores al mercado. Crearía dos nuevas redes nacionales de televisión mediante la celebración de opciones de espectro en la cual televisa y su rival más pequeña, TV Azteca, no tomarían parte (aunque Slim, que está ansioso por ingresar al negocio de la transmisión, presumiblemente podría). Extranjeros podrían retener hasta el 49% del negocio de la transmisión. Además, obligaría a los proveedores de contenido a ofrecer sus programas a todas las empresas de TV por cable, y las empresas de TV por cable a mostrar todos los programas de todos los proveedores de contenido.

El plan requeriría una enmienda constitucional para modificar los límites de propiedad extranjera. Eso supone el apoyo de dos terceras partes del Congreso y una mayoría de las legislaturas estatales. Cuando el PRI ocupaba la oposición, se aseguró de que Calderón - que con frecuencia enumeró la reforma antimonopolio como un objetivo principal - no lograra esos objetivos. Pero el conservador Partido de Acción Nacional de Calderón y el Partido de la Revolución Democrática de centro-izquierda han sido más acomodaticios: ambos firmaron un trato con Peña para apoyar una agenda política conjunta. Eso dificultará que las empresas afectadas bloqueen el plan. Si el presidente se sale con la suya, hasta podría fomentar suficiente confianza para lograr las reformas de energía y fiscal prometidas.

En términos económicos la propuesta de Peña son buenas noticias. Sin embargo, para la oposición, es una potencial arma de doble filo. Después de generaciones de gobierno hegemónico, el centrista PRI es todavía el partido más fuerte del país. Si Peña tiene éxito, podría argumentar que es el único grupo que logra hacer las cosas. Los consumidores mexicanos podrían ver más competencia bajo el gobierno de Peña. La oposición tendrá que trabajar duro para asegurar que los votantes mexicanos no vean menos.

En el 2012 el OECD estimó que la ausencia de competencia en las telecomunicaciones le cuesta a la economía del país $25 mil millones al año.

© 2013 The Economist Newspaper Limited. All rights reserved. De The Economist, traducido por Diario Libre y publicado bajo licencia. El artículo original en inglés puede ser encontrado en www.economist.com