Sin garantía de continuidad

Casi todas las encuestas indican que el candidato escogido por Chávez como su sucesor triunfará el domingo en las elecciones venezolanas. Ya que gracias a Petrocaribe, la República Dominicana se ha librado temporalmente de la obligación de pagar dólares por gran parte de los combustibles que utiliza, es natural que los dominicanos favorezcan la continuación del programa, y piensen que la victoria del candidato oficialista garantizará que todo seguirá igual.

Puede que eso ocurra, pero haríamos mal en suponer que necesariamente será así. La experiencia de los acuerdos internacionales en que el beneficio no es recíproco, es que son intrínsecamente susceptibles a cambios unilaterales, aún si existen tratados o convenios firmados.

Venezuela tiene serios problemas económicos surgidos de la propia naturaleza de su modelo gubernativo. La dramática sobrevaloración de su moneda, la ineficiencia administrativa de las empresas públicas, los controles de precios, los subsidios a los combustibles, viviendas y alimentos, los déficits de energía eléctrica, la falta de inversiones, la dependencia del petróleo, la inflación, el desabastecimiento de productos y varios otros desequilibrios, típicos de economías alejadas de las señales del libre mercado, han creado condiciones que deben ser corregidas.

Para el venezolano común y corriente, la prioridad será mantener sus conquistas sociales, y que le resuelvan los problemas que le afectan. Para el gobierno, será poder seguir financiando los subsidios, revitalizar la producción y reducir la vulnerabilidad económica. Por el momento, Petrocaribe seguirá, pero en algún punto ambos -población y gobierno - podrían concluir que la caridad comienza por la propia casa y que el programa debe ser revisado.

Y si lo revisan, y examinan lo que la República Dominicana ha hecho con los fondos que ha dejado de pagarle a Venezuela, tendrán más razones para decidir que debe ser modificado.

Gustavo Volmar