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Disturbios amenazan reformas económicas en Argentina

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Disturbios amenazan reformas económicas en Argentina
La Casa Rosada, palacio presidencial de Argentina, ubicada en la Plaza de Mayo. (SHUTTERSTOCK)

Los manifestantes que acampan en la histórica Plaza de Mayo en el centro de la ciudad de Buenos Aires en medio de pancartas con lemas marxistas compiten por la atención del presidente Mauricio Macri, cuya oficina se encuentra a pocos metros de distancia.

“¡Basta de austeridad, más impuestos para los ricos!” grita una mujer en medio del estruendo de tambores y platillos, agitando su puño hacia el palacio presidencial Casa Rosada al otro lado de una valla antimotines.

Casi 10 meses después de asumir el poder, el descontento social es una de las mayores amenazas que enfrenta el Sr. Macri, un centroderechista. Los argentinos se quejan de que sus ingresos están siendo devorados por los fuertes aumentos tarifarios y se espera que la inflación alcance aproximadamente un 40 por ciento en 2016.

Puesto que los sindicatos amenazan con convocar a una huelga general en octubre, sus exigencias de mayores salarios representan un desafío para los intentos del gobierno de controlar la inflación y estabilizar la economía tras 12 años de gobierno populista.

Para complicar más las cosas, los sindicatos han sido controlados por el partido Peronista — el movimiento político dominante de Argentina que ahora es la oposición — desde que llevaron a su fundador, Juan Domingo Perón, al poder en 1945 con una masiva manifestación en la Plaza de Mayo, después de que el régimen militar encarcelara al entonces secretario del trabajo.

Los poderosos sindicatos argentinos representan uno de los mayores obstáculos para el Sr. Macri en sus esfuerzos por convertir la economía argentina — que ha sido durante mucho tiempo una de las más fuertemente protegidas de la región — en una economía más abierta y competitiva.

El peronismo ha estado cambiando desde su derrota en las elecciones del año pasado. Las diferentes facciones están enfrascadas en una pugna por posición, de cara a las importantes elecciones legislativas intermedias en octubre de 2017, que, según los analistas, serán decisivas para el futuro de la administración Macri.

Un buen desempeño del partido del Sr. Macri animaría a los inversionistas extranjeros que esperan señales más claras de que el mejor ambiente económico propiciado por el nuevo gobierno será estable, y que no habrá un regreso al populismo.

María Victoria Murillo, una politóloga argentina de la Universidad de Columbia en Nueva York, se pregunta si los sindicatos irán a huelga a corto plazo. Sin embargo, reconoce que “está latente el riesgo de forzar aumentos salariales que disminuirían la capacidad competitiva de las compañías”.

La preocupación acerca de las protestas en general fue enfatizada cuando el reformado instituto de estadísticas estatal reveló la semana pasada que el 32.2 por ciento de los argentinos vive en la pobreza, después de una década de estadísticas desconfiables publicadas por el gobierno anterior, el cual el año pasado afirmó que la pobreza era del 5 por ciento.

Jimena Blanco, analista de Verisk Maplecroft, advierte que los disturbios sociales y laborales podrían empeorar a comienzos del próximo año cuando comiencen las negociaciones sobre los salariales anuales, especialmente si los trabajadores insatisfechos con los acuerdos alcanzados por los jefes sindicales más moderados del sector privado se unen a manifestantes callejeros más radicales.

Puesto que las prolongadas huelgas y bloqueos de calles podrían desalentar la inversión extranjera y dañar la posibilidad del gobierno de tener un buen desempeño en las elecciones parciales, la Sra. Blanco espera que recurra a un “pragMacrismo” inyectándole dinero para obras de infraestructura a la economía con el propósito de reanimar el crecimiento.

Ciertamente el Sr. Macri quiere evitar a toda costa el tipo de disturbios violentos que derrocaron el último gobierno no peronista durante la crisis económica argentina de 2001, cuando el presidente se vio obligado a huir de la Casa Rosada en un helicóptero.

En la Plaza de Mayo, Héctor Molas, un vendedor callejero, observa el pequeño grupo de manifestantes con desconcierto. “Quizás quieren un milagro, pero la única respuesta es trabajar duro”, afirma. “¿Por qué es que nosotros los argentinos siempre pensamos que podemos conseguir algo a cambio de nada?”.

Benedict Mander (c) 2016 The Financial Times Ltd. All rights reserved

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