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El problema con el inglés

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El problema con el inglés
Bandera de los EE.UU. (FOTO SHUTTERSTOCK)

Los países extranjeros son impenetrables para la mayoría de los británicos y de los estadounidenses monolingües. Los extranjeros nos conocen mucho mejor de lo que nosotros los conocemos.

El idioma inglés solía ser un valioso recurso de EEUU y del Reino Unido. Actualmente se ha convertido en una debilidad.

Alejémonos un poco de la piratería cibernética rusa durante las elecciones estadounidenses. En el sentido más amplio, hackear significa extraer la información de otra persona o insertar la información de los piratas cibernéticos. Los países angloparlantes son particularmente fáciles de piratear porque sus enemigos entienden lo que están diciendo. Ser una sociedad de habla inglesa es como vivir en una casa de cristal: te hace transparente. Por el contrario, los países extranjeros son impenetrables para la mayoría de los británicos y de los estadounidenses monolingües. Los extranjeros nos conocen mucho mejor de lo que nosotros los conocemos. Esta asimetría probablemente ayudó a que Rusia lograra tener a su candidato favorito en la Casa Blanca, y afectará al Reino Unido en las negociaciones del Brexit.

El papel del inglés ha estado cambiando rápidamente. Hasta la década de 1990, Rusia y China no sabían mucho de lo que ocurría en las sociedades occidentales. La mayoría de los anglófonos rusos y chinos habían sido asesinados o exiliados después de las revoluciones comunistas, y nunca se les remplazó. Incluso el KGB estaba corto de angloparlantes: mucha de la inteligencia que enviaron a Moscú los espías británicos Kim Philby y Guy Burgess nunca se tradujo.

Pero a partir de mediados de la década de 1980, la apertura de China, la caída del muro de Berlín y la llegada del Internet impulsaron la popularidad del inglés. Las élites chinas y rusas enviaron a sus hijos a estudiar en EEUU y en el Reino Unido. Desde 1990 hasta el 2010, los medios de comunicación británicos y estadounidenses ganaron una influencia global sin precedentes.

Durante este período, la asimetría del conocimiento entre los países de habla inglesa y sus rivales se volvió extrema. “Hoy día hay varios millones de ciudadanos rusos que son esencialmente bilingües e que están íntimamente familiarizados con las sociedades anglosajonas”, comentó Ricardo Soares de Oliveira, politólogo de la Universidad de Oxford. Por el contrario, la mayoría de los anglosajones dejaron de molestarse en aprender idiomas extranjeros.

Esto se convirtió en un problema después del 11 de septiembre. EEUU y el Reino Unido encontraron al mundo árabe impenetrable. John Nixon — un experto en Saddam Hussein de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) — no pudo interrogarlo en árabe. El Sr. Nixon relata en su nueva memoria, “Debriefing the President” (Interrogando al presidente) que, durante los interrogatorios, el intérprete de la CIA peleaba con el intérprete militar: “¡No, eso no es lo que dijo!”. Siendo observador, el Sr. Sadam astutamente se aprovechó, formando un vínculo con el intérprete militar.

Así como el inglés desilusionó a las potencias anglófonas en Irak, también lo hizo su otra arma tradicional de influencia: la guerra. EEUU y el Reino Unido han renunciado a las invasiones. EEUU actualmente gasta US$597 mil millones al año en su ejército y aun así no puede detener la aventura rusa.

La nueva arma es la guerra cibernética, pero les funciona mejor a los enemigos de EEUU. Piratear archivos extranjeros sólo vale la pena si se puede utilizar la información. Rusia y China cuentan con un montón de gente bien informada que puede revisar documentos en inglés buscando inteligencia, comentó Adam Segal, autor de “The Hacked World Order” (El orden mundial hackeado). Si encuentran algo embarazoso, pueden difundirlo a través de los medios sociales en inglés o a través de los ‘idiotas útiles’ de WikiLeaks. Después se puede confiar en que los medios de comunicación estadounidenses amplifiquen la historia. En cambio, los extranjeros pueden simplemente inventar noticias falsas en inglés.

“Es más difícil hacerlo en la otra dirección”, aseguró el Sr. Segal. EEUU carece de lingüistas que comprendan qué información extranjera es más importante. Tampoco puede enviar fácilmente la información a los rusos y chinos comunes y corrientes, ya que China, en particular, censura el Internet. Según el Sr. Soares de Oliveira, la antigua práctica occidental de la “promoción de la democracia” ha sido reemplazada por la práctica oriental de la “promoción de la autocracia”. Los periódicos en inglés y la alguna vez poderosa BBC ahora se enfrentan a millones de nuevos competidores en las redes sociales.

El Reino Unido tiene sus propios problemas con el inglés. Sus centros gemelos de poder político, Westminster y los periódicos sensacionalistas, son casi exclusivamente monolingües. Por lo tanto, los británicos votaron por el Brexit alegremente inconscientes acerca de cómo otros países europeos responderían. La fantasía de los partidarios del Brexit fue algo similar a lo siguiente: “Detendremos la inmigración, mantendremos el libre comercio con Europa y firmaremos maravillosos nuevos acuerdos comerciales con todos los demás países”.

El Reino Unido cuenta con un círculo de expertos multilingües (en su mayoría diplomáticos) que sabían que esto no iba a funcionar. Pero precisamente porque estas personas comprenden la manera de pensar europea, Westminster y los tabloides desconfían de ellas. Un buen ejemplo de ello es la renuncia de Sir Ivan Rogers, el representante permanente del Reino Unido ante la Unión Europea (UE).

De la misma manera en que la gente de Donald Trump ha ignorado el Departamento de Estado estadounidense, el Ministerio de Relaciones Exteriores del Reino Unido — la pequeña porción del Estado británico llena de conocimientos del extranjero — ha sido marginado antes de las negociaciones del Brexit. En su lugar, el nuevo departamento para salir de la UE liderará las negociaciones. Su jefe, David Davis, es el hombre que dijo que los alemanes estarían a favor de un buen acuerdo con el Reino Unido porque venden automóviles en Gran Bretaña. “La clase política británica es sorprendentemente ignorante en relación con la UE, ya sea que estén a favor o en contra de ella”, comentó Charles Grant del Centro para la Reforma Europea.

Los negociadores europeos involucrados en las conversaciones del Brexit tienen una mejor comprensión de Gran Bretaña. El Sr. Grant agregó: “Ellos miran la BBC, pueden leer en inglés, leen tuits de lo que está diciendo el Daily Mail”. Incluso Angela Merkel, educada en Alemania del Este, se autoenseñó inglés leyendo el periódico comunista “Morning Star”.

EEUU acaba de ser engañado por extranjeros que no comprendía. Puede que el Reino Unido sea el siguiente.

Por Simon Kuper (c) 2017 The Financial Times Ltd. All rights reserved

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