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Hillary Clinton y el fantasma de Ralph Nader

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Hillary Clinton y el fantasma de Ralph Nader
Hillary Clinton.

Si Sanders decide presentarse como un candidato independiente, arriesga dividir el voto de centro izquierda.

¿Recuerdan el recuento de votos en Florida en 2000?. Este año la amargura en la contienda por la nominación presidencial demócrata no ha llegado al punto en el que Bernie Sanders está amenazando presentarse como un candidato de un tercer partido. Pero se está acercando. Si no hubiera sido por la candidatura de Ralph Nader, Al Gore seguramente hubiera ganado el voto en Florida en 2000 y hubiera sido el presidente de EEUU en lugar de George W Bush.

El Sr. Sanders podría hacer lo mismo para Donald Trump. El multimillonario neoyorquino está pidiéndole al socialista que se presente como un candidato independiente en noviembre. Según el Sr. Trump, Hillary Clinton ha manipulado el sistema y está robándole al Sr. Sanders lo que realmente le pertenece. El Sr. Trump le ha sugerido al Sr. Sanders que él debería hacer que la Sra. Clinton pague el precio en la elección general.

¿Será tan ciego el Sr. Sanders que puede caer en las artimañas del Sr. Trump? La respuesta es tal vez. La evidencia muestra que hay paralelismos entre el Sr. Sanders y el Sr. Nader. El Sr. Nader, entonces de 66 años de edad, ignoró las peticiones para su retirada de la contienda presidencial de 2000, debido a temores de que dividiría el voto de centro izquierda y que le entregaría la victoria al Sr. Bush.

Al igual que el Sr. Sanders, de 74 años de edad, el Sr. Nader había sido parte de la cultura de protesta de la década de 1960 que consideraba a ambos partidos como productos de mundo corporativo estadounidense. Los describió como dos caras de la misma moneda. El Sr. Sanders sólo se unió al partido demócrata el año pasado. Él ha sido un socialista durante la mayor parte de su vida. El Sr. Nader fue un ambientalista del Partido Verde durante gran parte de su vida.

Sobre todo, comparten una mentalidad solipsística que tiene sus raíces en las manifestaciones estudiantiles de hace medio siglo más que en los cálculos políticos del siglo XXI. Esta mentalidad es, por supuesto, parte de su atractivo particularmente para los estudiantes. También es la fuente de su intransigencia. Entre más le piden al Sr. Sanders que se retire, más probabilidades hay de que no lo haga. Podría terminar mal.

Tienen otras similitudes. Los críticos de la Sra. Clinton creen que es una candidata poco atractiva y no dinámica. De hecho, sus habilidades políticas son realmente débiles. Pero en realidad sólo está siguiendo los pasos del Sr. Gore. El intento del entonces vicepresidente de presentarse como un rebelde en contra del orden establecido fue un presagio del problema de la Sra. Clinton. Es difícil tomar una posición en contra de una sociedad injusta cuando has jugado un papel clave en su gestión durante los últimos ocho años. Como está descubriendo la Sra. Clinton, es aún más difícil cuando el clima político está envenenado en contra del orden establecido.

Éste es el ambiente en que las quejas del Sr. Sanders se podrían volver tóxicas. La verdad es que la contienda demócrata no ha sido manipulada. En realidad, las asambleas electorales antidemocráticas, que favorecen a candidatos con una base apasionada y estrecha, como la del Sr. Sanders, han incrementado el recuento de sus delegados de manera artificial. En este momento la Sra. Clinton está ganando por 300 delegados. Si su porcentaje de los votos se calculara proporcionalmente, ya contaría con la nominación.

Las quejas del Sr. Sanders sobre el papel de los súper delegados tampoco son válidas. Las reglas del partido les otorgan una quinta parte de todos los votos a altos funcionarios del partido demócrata como senadores y gobernadores y presidentes del partido. Dado que el Sr. Sanders ni siquiera es un demócrata, no es de sorprenderse que la mayoría prefiera a la Sra. Clinton.

Si el Sr. Sanders estuviera ganando el voto popular o tuviera más delegados, los súper delegados estarían bajo presión para apoyarlo, como lo hicieron con Barak Obama en 2008, cuando el margen de votos a su favor como líder era muy estrecho. Pero el Sr. Sanders no está ganando en ninguno de estos casos. Tendría que ganar 90 por ciento de los delegados en las restantes ocho elecciones primarias en las siguientes tres semanas para sobrepasar a la Sra. Clinton. Eso no va a suceder.

¿Entonces por qué está actuando de esta manera el Sr. Sanders? La semana pasada sus seguidores imitaron a los partidarios del Sr. Trump cuando lanzaron insultos y muebles durante el proceso — supuestamente fraudulento — demócrata en Nevada.

La reunión acabó en caos. La denuncia del Sr. Sanders en contra de la violencia fue débil y no mostró los sentimientos de un candidato que está a punto de retirarse de manera cordial. Tampoco parece que el Sr. Sanders estará satisfecho si se añaden algunas de sus políticas — apoyo para un sistema universal de salud, por ejemplo, o la reforma del financiamiento de campañas electorales — a la plataforma demócrata en la convención que se llevará a cabo en julio en Filadelfia. Todo el mundo sabe que nadie recordará la plataforma después de la convención.

¿O qué tal un papel prominente como ponente? Esto también sería visto como una oferta irrelevante. Además, en este momento el Sr. Sanders está feliz dirigiéndose a grupos de hasta 20,000 aficionados fervientes.

Aunque parezca extraño, algunas de las celebridades que lo han apoyado también apoyaron al Sr. Nader en 2000. Parece que no han aprendido la lección. Por otro lado, el Sr. Trump la ha entendido muy bien. La batalla entre “El Loco de Bernie” y “Hillary la Chueca” le conviene al Sr. Trump. Entre más tiempo dure, más fuerte se volverá.

Por Edward Luce (c) 2016 The Financial Times Ltd. All rights reserved

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