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Partido Republicano pagará por la retórica antihispana de Trump

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Partido Republicano pagará por la retórica antihispana de Trump
El aspirante republicano a la presidencia estadounidense Donald Trump. (EFE/PETER FOLEY.)

¿Qué queremos? Les pregunta Donald Trump a sus multitudes. “¡Un muro!” le contestan. ¿Quién va a pagar por él? “¡México!”

Pero a continuación va una pregunta que el Sr. Trump nunca hace: ¿Quiénes van a votar en números récord en mi contra? “¡Los hispanos!”, debiera ser la respuesta. La diferencia es que esto último es casi seguro que ocurra. A medida que la cuenta regresiva para el final de las elecciones primarias en California se intensifica, los conservadores pudieran hacerse otra pregunta: ¿Queremos que al Partido Republicano le suceda lo que le sucedió en el “estado dorado” de California? Si la respuesta es que no, la cual debería serlo, entonces ¿por qué está el Sr. Trump encabezando las encuestas de la votación del 7 de junio?

Si se busca una visión del futuro de EEUU, hay que volcar la atención hacia California. En 2014, cuando el Sr. Trump estaba considerando su candidatura a la Casa Blanca, el estado sobrepasó un límite importante. El número de hispanos superó al número de blancos. Dos años antes, California sobrepasó un hito político relacionado. Por primera vez no se eligió ni a un solo republicano para ocupar un cargo estatal. No solamente es el gobernador del estado, Jerry Brown, demócrata, sino que aproximadamente dos tercios de cada cámara legislativa también lo son. El estado que dio origen a Ronald Reagan y a Richard Nixon ha relegado al partido a la condición de minoría, en donde es probable que permanezca.

El Sr. Trump está haciendo todo lo posible para trazar un curso similar para el partido a nivel nacional. En la última elección presidencial en 2012, Mitt Romney recibió sólo el 27 por ciento del voto hispano, una marcada disminución de lo que George W Bush había logrado. Esto representó un factor clave en la derrota del Sr. Romney, quien había instado a los hispanos a “deportarse”. En aquel entonces sus palabras parecían ser de línea dura. El Sr. Trump lo ha llevado a un nuevo extremo refiriéndose a los inmigrantes ilegales mexicanos como “violadores” y “asesinos”, y prometiendo deportarlos por la fuerza. Como era de esperarse, él está obteniendo resultados en las encuestas de apenas dos dígitos entre los hispanos. Hace una generación, los latinoamericanos estaban concentrados en los estados de California y Texas, y en la ciudad de Chicago. Ahora están repartidos a nivel nacional. En estados como Colorado, Carolina del Norte, Florida y Virginia, los votantes hispanos que no son cubanos pudieran influenciar el resultado de las elecciones. Todas las señales indican que los grupos hispanos están decididos a convertir esto en una realidad en el año 2016.

Su obstáculo no es significativo. Univision, la cadena de televisión en español dominante, está liderando una campaña para inscribir a 3 millones de nuevos votantes hispanos encabezada por su famoso periodista Jorge Ramos, a quien el Sr. Trump hizo sacar físicamente de una rueda de prensa el año pasado. Cada vez que un hispano prende su televisor, o visita la página de Facebook de Univision, se le insta a inscribirse para votar. Las calificaciones de Univision a menudo superan las de las redes que transmiten en inglés. Si Univision logra los objetivos de su campaña de votantes, es difícil imaginarse que el Sr. Trump llegará a la Casa Blanca.

Pero eso sólo representa el principio. Los hispanoamericanos son más jóvenes que sus equivalentes de raza blanca, lo cual significa que van a votar en proporciones cada vez mayores en cada elección futura. La edad media de los hispanos es de sólo 28 años, según Pew Research Center: Hispanic Trends, en comparación con los 43 años de los blancos. Mientras más joven se vaya en la escala de edades, mayor será la proporción de hispanos. El año pasado, por primera vez, el número de personas de raza blanca cayó por debajo de la mitad entre todos los estadounidenses menores de cinco años. En esta posición es donde aproximadamente estaba California hace 30 años. Luego vino Pete Wilson, el gobernador republicano que en 1994 introdujo la proposición 187, la cual les prohibió a los inmigrantes ilegales usar los servicios que no fueran de emergencia, y estableció un sistema de evaluación para identificarlos. Para los hispanos documentados e inscritos para votar, la “Prop 187” era el equivalente al muro del Sr. Trump. Los republicanos de California han ido cuesta abajo desde entonces.

Existen dos grandes ironías en el desastre hispano por venir del Sr. Trump. La primera es que la protesta contra los inmigrantes ilegales ‘caducó’ hace varios años. Durante los últimos cinco años, más de 1 millón de indocumentados han seguido el consejo del Sr, Romney y se han “deportado”. Según el censo de EEUU, el número de inmigrantes ilegales ha disminuido de 12.7 millones a 11 millones. La crisis de inmigración de EEUU ha terminado y, hasta cierto punto, ha dado marcha atrás. De acuerdo con la información proporcionada por la patrulla fronteriza de EEUU, el número de personas capturadas cruzando la frontera entre EEUU y México durante el primer trimestre de 2016 disminuyó a su nivel más bajo desde 1969. La política es más percepción que realidad, por lo cual tales hechos tienen poca influencia sobre los partidarios del Sr. Trump. Con o sin razón (en su mayoría sin ella), ellos ven un vínculo entre sus decrecientes salarios y el impacto de la mano de obra ilegal.

La segunda ironía es que los republicanos ya se han encontrado en esta misma posición. Es probable que el partido pague un precio por su amnesia. En la década de 1920, el Partido Republicano — en gran parte protestante — impuso restricciones en EEUU que mantuvieron fuera a los recién llegados católicos durante la próxima generación. La ola de sicilianos, irlandeses, polacos e inmigrantes de otras nacionalidades se redujo a un mínimo. De este modo, los republicanos consolidaron la lealtad católica al Partido Demócrata durante la próxima generación. No fue hasta la década de 1980 que los “demócratas de Reagan” se sintieron capaces de votar por los republicanos.

¿Por cuánto tiempo pagarán los republicanos por la retórica antihispana del Sr. Trump? Si la historia sirve de guía, será un largo tiempo. Si el futuro de EEUU ofrece una repetición, nominar al Sr. Trump pudiera marcar un punto del cual no habrá marcha atrás. California sirve como una advertencia ‘escrita en el muro’, por así decirlo; un muro que los republicanos van a pagar.

Por Edward Luce (c) 2016 The Financial Times Ltd. All rights reserved

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