Aportes individuales

50 nuevos pozos. Prohibición de lavar carros. Reparaciones de canales. Pero, ¿y los demás factores que inciden sobre la calidad y cantidad de agua? Cosas como las tuberías deterioradas, los hábitos de desperdicio y la contaminación de las aguas subterráneas toman tiempo y dinero en resolver, por lo que ahora, con la crisis encima y agua para 34 días, no se puede contar con el beneficio que nos traería su solución.

Lo mismo ocurre también con otros asuntos problemáticos. La electricidad, entre ellos, para la que se construyen plantas mientras persisten las pérdidas causadas por las obsoletas redes de transmisión y los robos de energía. O la educación, para la que se levantan locales escolares mientras los profesores y los métodos siguen como antes. O la salud, donde faltan materiales. O la disposición de basura, en la que los vertederos incumplen las más básicas normas ambientales.

La sequía, que sin duda es muy aguda, ha hecho resaltar las consecuencias de los descuidos anteriores. El alcantarillado sanitario es una de esas omisiones. En la anárquica expansión urbana predomina el uso de filtrantes, haciendo de las aguas subterráneas un medio de cultivo de agentes patógenos. Las instalaciones de tratamiento de aguas no figuran tampoco entre las prioridades más relevantes. Y por igual se contaminan ríos y arroyos. Pero esas cosas preferimos ignorarlas, dejando las inversiones para propósitos más puntuales.

Si una inversión es rentable para el sector privado, se supone que éste la llevará a cabo. Pero si no lo es, corresponde al Estado lograr que la rentabilidad colectiva sea tomada en cuenta. En nuestro medio, sin embargo, el Estado da preferencia a la asignación de recursos para aportes individualizados, mediante ayudas familiares, nóminas de empleados, no pago de la electricidad y subsidios de combustible, que los beneficiarios pueden reconocer, cuantificar, recordar y agradecer.

gvolmar@diariolibre.com

Gustavo Volmar