Aprovechamiento mutuo

Es usual entre naciones vecinas que exista la sensación de que una está siendo aprovechada por la otra y viceversa. En nuestro caso lo percibimos así respecto de Haití, país al que ayudamos en situaciones de emergencia, recibimos inmigrantes que desplazan a dominicanos en los puestos de trabajo, permitimos que remitan fondos a sus familiares, sufrimos por la deforestación que creemos provocan, y les dedicamos buena parte del presupuesto del sector salud. Ellos, en cambio, piensan que explotamos su mano de obra barata, la cual reduce los costos de producción en la construcción, agricultura y otros servicios, y contribuye al crecimiento de nuestro PIB. Y señalan además su aporte como mercado para nuestras exportaciones.

Esa sensación de aprovechamiento se da también en otros lugares del mundo, entre Sudáfrica y otras naciones africanas, entre la India y Bangladesh, entre Vietnam y Camboya, entre Irlanda e Inglaterra, o entre Ucrania y Rusia. No es tan usual, sin embargo, que un país sienta ser aprovechado por todos los demás, sin excepción, como ha declarado el nuevo presidente de los EE.UU. en cuanto a su nación.

Para él, los EE.UU. se han dejado aprovechar del resto del mundo desde hace años. Ve pruebas de ello en múltiples esferas, como son los gastos de defensa, los presupuestos de los organismos internacionales, las ayudas y donaciones, la entrada de inmigrantes, la pérdida de empleos, las inversiones en el extranjero, las remesas, los programas de becas, el gasto en seguridad social, las cortapisas a la producción, y las propias compras gubernamentales.

Pero no toma en cuenta el aporte del talento foráneo a su tecnología, los superávits comerciales bilaterales que tiene, la incidencia de los inmigrantes en la producción, el suministro de materias primas, el gran pasivo ambiental que con los años ha causado, ni el enorme crédito que obtiene por el uso del dólar como moneda de reserva.

Gustavo Volmar