Atrás quedó la enemistad

Los jóvenes estadounidenses que durante la guerra de Vietnam aguardaban ansiosos el telegrama de reclutamiento, son ahora personas envejecientes o fallecieron desde entonces. De los que sobreviven, muy pocos imaginaron que llegarían a ver al presidente de su país en visita oficial a esa tierra de pesadillas, donde tantos de sus amigos perdieron la vida o quedaron con lesiones sicológicas que alteraron su comportamiento posterior.

Pero éste es un caso en que la economía y la política se han combinado para que la enemistad haya quedado atrás. Vietnam necesita a los EE.UU. como fuente de inversiones y mercado para sus productos, y los EE.UU. necesitan a Vietnam para limitar la expansión de la influencia china.

Desde que las relaciones fueron normalizadas en 1995, el comercio entre ambas naciones se ha multiplicado por diez, hasta los 45,000 millones de dólares, siendo ya Vietnam el mayor exportador de textiles del sureste de Asia, todo eso aún antes de que entre en vigor el acuerdo transpacífico auspiciado por los EE.UU. El intercambio, sin embargo, está desbalanceado, pues mientras un 20% de las exportaciones de Vietnam van a los EE.UU. y sólo el 12% a China, el 27% de sus importaciones proceden de este último país y apenas el 5% de los EE.UU.

Un sistema mixto, en el que se combinan el control estatal con empresas privadas y todavía persisten los planes económicos quinquenales, ha hecho crecer el PIB de Vietnam a tasas superiores al 6% y con menor desigualdad que la existente en China. Irónicamente, en el frente político la cooperación militar podría dar acceso a los estadounidenses a facilidades portuarias que ellos mismos construyeron durante la guerra, en lo que era entonces Vietnam del Sur. Y abrirá las puertas a ventas de armamentos al ser levantado el embargo que las impedía.

Para guardar las apariencias, la libertad y los derechos humanos en Vietnam fueron también mencionados.

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Gustavo Volmar