Cálculo de precios

Los encargados de elaborar los planes económicos en la hoy extinta Unión Soviética subestimaron el papel desempeñado por un sistema de precios basado en un mercado libre. Precios por supuesto que los había, tanto para los productos finales como para las transacciones entre empresas, pero eran fijados mediante un complicado proceso de cálculo en función de asignaciones de costos a los recursos utilizados.

En una situación estática, donde lo que se produce y consume no varía, un sistema de ese tipo podría llegar a operar con cierto nivel de eficiencia, luego de un proceso de pruebas y ajustes. Pero en las condiciones dinámicas existentes normalmente, la fijación de precios según costos calculados administrativamente impide que los desequilibrios de oferta y demanda sirvan de guía para la producción.

En lugar de provocar aumentos de precios que creen ganancias extraordinarias e incentiven aumentos de oferta, esos desequilibrios se manifiestan en forma de escasez de productos dejando que los precios sigan sin cambiar. Ante la escasez, los planificadores respondían ajustando sus asignaciones de recursos a fin de incrementar la oferta, con retrasos y a veces de modo insuficiente o en exceso. Y toda esa ineficiencia burocrática ocurría aún siendo el Estado el dueño de aparato productivo.

El gobierno venezolano ha querido aplicar un esquema de precios “justos”, computados en base a costos, y a la vez otorgar subsidios vía precios bajos. Dada la incompatibilidad de dicho esquema con la actividad empresarial privada, el gobierno ha tenido que intervenir cada vez más sectores de la economía, mientras otras compañías cierran por falta de insumos.

Frente a ese descalabro, el gobierno ha recurrido de nuevo a los enemigos externos, declarando un estado de emergencia durante dos meses por alegadas conspiraciones para derrocarlo. Parece no percatarse de cuál es la causa real de la emergencia que afecta al país.

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Gustavo Volmar