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Carreras saturadas

Las declaraciones del ministerio a cargo de la educación superior, acerca de graduados universitarios que no consiguen empleos, recuerdan expresiones similares formuladas en el pasado por otros organismos. Ahora fueron mencionadas las carreras de derecho, administración de empresas y psicología general, pero igual pudieron ser incluidas otras en las que la oferta de graduados excede la demanda por sus servicios.

Si equiparamos a una universidad con una factoría, la situación descrita sería comparable a la de una fábrica que produce neveras y las vende al público, pero quienes las compran tienen luego que usarlas como armarios por no tener electricidad para operarlas, siendo las neveras equivalentes a las enseñanzas impartidas, y la energía eléctrica a las oportunidades de empleo.

Pero aunque no les adviertan de lo que encontrarán al graduarse, las universidades tampoco obligan a los estudiantes a escoger las carreras saturadas. Aún así, a pesar de que sólo respondan a la demanda de quienes solicitan admisión, la desconexión entre su oferta educativa y las realidades del mercado laboral ponen en duda la efectividad de su papel como entes de desarrollo.

Se podría alegar que el problema verdadero está en que nuestra economía no crea los empleos que debería generar. Que en el sector público lo que valen son las vinculaciones políticas. O que las empresas privadas no invierten en los sectores que crean empleos de calidad. Y todo eso puede ser cierto, pero la realidad es ésa, razón por la que se aboga por la educación técnica como solución.

Pero las imágenes influyen sobre la demanda educativa y la distorsionan. Aspiramos tener un futuro de prestigio, ubicados en oficinas con cómodos sillones y ambientes acondicionados, más que uno de apretar tuercas, reparar equipos, lubricar maquinarias o bregar con implementos agrícolas. E igual que con la loto, siempre tenemos la esperanza de conseguirlo.

gvolmar@diariolibre.com

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