Continuidad de políticas

La relevancia atribuida a la política monetaria se puso en evidencia en los rumores acerca de los cambios de funcionarios que el presidente Medina llevaría a cabo. En el área económica ninguno fue tan debatido como el de la gobernación del Banco Central.

La política monetaria en sus diferentes manifestaciones, que incluyen las medidas relacionadas con la tasa de interés, los financiamientos bancarios, el encaje legal, la acumulación de reservas, las intervenciones en el mercado cambiario, la venta de certificados, las normas y demás instrumentos a disposición del Banco Central, ha cumplido un rol especial en nuestra economía.

Se le reconoce en los círculos empresariales y en los organismos internacionales como el factor clave para el mantenimiento de la estabilidad, aunque haya opiniones de que ese reconocimiento es exagerado. Se le ve como una especie de bombero que ha logrado impedir que los fuegos de los desequilibrios alteren la suave marcha de la inflación y la depreciación del peso, lo que ha permitido que el crecimiento del PIB del país esté entre los más altos de la región.

La política fiscal, en cambio, no es vista de igual forma. Se le percibe como más variable, más sujeta a decisiones coyunturales, y menos comprometida con la estabilidad. La experiencia de los déficits presupuestarios recurrentes ha llevado a la conclusión de que sin una política monetaria vigorosa e independiente éstos hubieran tenido graves consecuencias, aún con el alto ritmo de endeudamiento externo en que hemos incurrido.

No es extraño, por lo tanto, que el eventual cambio de gobernador del Banco Central haya sido tan debatido, pues era uno de los pocos en los que podía estar en juego la continuidad de las políticas seguidas hasta el momento. Su permanencia en el cargo envía una señal de estabilidad y revela el propósito del presidente de no abrir interrogantes acerca de los objetivos monetarios pautados.

Gustavo Volmar