Dentro de las baterías

En esta temporada navideña muchas personas se regalaron ellas mismas nuevos teléfonos celulares, tabletas y otros dispositivos móviles, sin los cuales se sienten aisladas, perdidas y vulnerables. Pero esa dependencia conlleva otra, ésta de las baterías que suplen energía a sus equipos. De hecho, desde numerosos aparatos para el hogar y la oficina, hasta automóviles híbridos y eléctricos, funcionan gracias a las baterías que tienen dentro, razón por la cual la competencia entre los fabricantes de esos equipos gira tanto en torno a lo que cada uno de ellos hace, como en cuanto a la duración de la carga de sus baterías.

Dentro de muchas baterías está el litio, el metal más ligero de todos. Dada la gran demanda que tiene hoy en día, no es extraño que su precio haya subido, triplicándose en los últimos diez años, llegando sus ventas a más de mil millones de dólares. Afortunadamente para América Latina, las principales reservas de litio se encuentran en la región, en Chile, Argentina y Bolivia. Fuera del continente americano, China y Australia son también importantes productores, aunque con mayores costos unitarios. Sin embargo, una cosa es el litio y otra las baterías, pues el litio sale de Latinoamérica y las baterías son producidas en Asia.

El contenido de litio varía según la batería. En promedio, las de celulares corrientes tienen 1.7 gramos de litio, las de teléfonos inteligentes 2.1 gramos, 20 gramos las de las tabletas, de 1,300 a 12,800 gramos las de autos híbridos y 19,100 gramos las de vehículos eléctricos.

Eso significa que la demanda de litio crecerá junto con el mercado de vehículos híbridos y eléctricos, a razón de un 20% anual en los próximos diez años, a medida que las actuales baterías de níquel usadas en los híbridos sean reemplazadas por las de iones de litio, cuyo rendimiento ha aumentado continuamente. En el 2010 costaba US$930 generar un kwh con ellas, y US$470 en el 2015.

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Gustavo Volmar