Destino de fondos

El esquema individualizado de planes de pensiones, basados en cuentas personales separadas de los aportes de otros trabajadores, involucra un componente de incertidumbre ausente en los planes con beneficios establecidos de antemano. La cuantía de la pensión, y su duración si no se opta por una anualidad permanente, son indefinidas hasta el momento del retiro, dependiendo esencialmente del monto de los recursos que el afiliado alcance a acumular, lo cual a su vez depende de sus aportes y de la rentabilidad que el administrador del fondo logró conseguirle.

Es evidente, por lo tanto, que ese esquema no favorece a quienes ya estaban entrados en años cuando se instauró, por lo que usualmente se les permite permanecer en el sistema anterior, llamado también de reparto porque los aportes van a un fondo común.

Eso así suponiendo, lógicamente, que existe una alternativa disponible de tipo reparto, lo que no es el caso para muchos trabajadores de mediana edad que no estaban afiliados en ningún plan o cuyos planes previos desaparecieron. En esos casos, es el Estado el que debe acudir en su ayuda.

La importancia del rendimiento de los recursos en los planes individuales hace necesario permitir que quienes los administran puedan colocarlos de la forma más rentable, dentro de criterios de prudencia y seguridad. Es común en ese sentido hablar de un ciclo virtual de inversión y producción, por el cual los fondos financian actividades económicas que incrementan el PIB, los negocios y los salarios.

Pocos previeron en nuestro caso, por lo tanto, que la mayor parte de los recursos de las cuentas individualizadas terminarían siendo prestados al gobierno y al Banco Central, sin una conexión evidente con la producción de bienes y servicios. La creación de fideicomisos y los nuevos límites de inversión con ese propósito podrían mejorar esta relación, siempre que se dediquen a fines realmente productivos.

Gustavo Volmar