Determinantes conspicuos

Las evaluaciones y recriminaciones en torno al resultado del referéndum británico persistirán por mucho tiempo. Muchos errores serán detectados en el proceso de identificar causas y distribuir responsabilidades por lo sucedido, pero dos factores se destacan entre los más conspicuos determinantes de la votación a favor de dejar la Unión Europea.

Uno de ellos, paradójicamente, está fuera del Reino Unido, pues el papel asumido por Alemania como líder de facto de la UE y su mayor economía, abrió las puertas al Brexit. Los británicos, especialmente los de mayor edad, no sólo recelaban de la hegemonía de su antiguo rival, sino que fue Alemania la que habló primero de la posibilidad y conveniencia de la salida de uno de los países miembros.

No se refirió en esa ocasión al Reino Unido ni a la UE, sino a Grecia y la eurozona, pero sus declaraciones acerca de que Grecia tendría que dejar el euro y volver a su antigua dracma si no aplicaba las reformas que le eran exigidas, validó la naturaleza reversible de la participación en los acuerdos comunitarios. Si un país podía ser expulsado, con mayor razón uno podía retirarse voluntariamente. Y fue Alemania la que promovió, por razones particulares de su estructura demográfica, la entrada de inmigrantes a la UE, uno de los mayores motivos de descontento aprovechados por la campaña a favor del Brexit.

El otro factor es de tipo económico. Con apenas el 5% de desempleo, parecía natural que los votantes británicos estuvieran satisfechos.

Pero, igual que en los EE.UU., la política económica ha estado guiada por los índices del mercado financiero, teniendo como objetivo mantenerlos altos, sacrificando de paso la rentabilidad de los ahorros y el rol de la tasa de interés para la asignación de los recursos de capital. Una gran parte de la población, que no participa de los beneficios de los fondos de inversión, se considera marginada y se resiente por ello.

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Gustavo Volmar