Determinismo económico

Inmediatamente después del proceso electoral dominicano, puede ser oportuno referirnos a lo que se ha llegado a conocer como determinismo económico.

Puesto en términos simples, el determinismo económico se fundamenta en el concepto de que existen procesos cuya evolución y características vienen dadas por fuerzas insertadas en la estructura socioeconómica de un país o conjunto de países. La posición de cada individuo o entidad dentro de esa estructura condiciona sus puntos de vista y actuaciones, restringiendo las opciones que tiene disponibles. Eso provoca que el comportamiento de cada sector pueda ser predecible, en la medida en que responda a estímulos comunes y similares, lo que por supuesto no descarta episodios de volatilidad y aparente irracionalidad a corto plazo.

El terreno ideológico ha sido fértil para este concepto. De mayor fama es el principio marxista de que los modos de producción determinan los rasgos de la superestructura social, incluyendo el régimen político, la cultura y las leyes. En ese sentido, se vislumbra una contradicción fundamental entre los trabajadores y los dueños del capital, dirimible mediante la asunción del poder por parte de fuerzas revolucionarias.

Menos dramática pero más rentable es la aplicación del concepto a estrategias empresariales de mercadeo y producción. La segmentación de los consumidores de acuerdo a su edad, nivel educativo, orígenes, sexo, poder adquisitivo, ubicación geográfica, movilidad y otras características permite prever mejor sus preferencias y reacciones, y ajustar con más precisión la promoción, empaque, usos y funciones de los productos.

En el plano político, el determinismo económico puede ayudar a anticipar comportamientos electorales e influir sobre ellos, apoyándose en programas selectivos de asistencia social, esquemas de beneficios tributarios, apertura de fuentes de trabajo y creación de expectativas favorables.

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Gustavo Volmar