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Dilema de pensiones

En países donde la capitalización individual lleva más tiempo funcionando, se señala ahora que el monto de las pensiones resultantes no es suficiente.

Nuestra habitual imprevisión se manifiesta en las medidas que tomamos para sostenernos en la vejez. Con gran frecuencia esperamos que nuestros descendientes se hagan cargo de sustentarnos, lo que muchas veces no resulta ser así, dado que ellos tienen sus propios problemas o no asumen esa responsabilidad de la forma que hubiéramos querido.

Los sistemas de pensiones de capitalización individual, con todas sus variantes, plantearon subsanar esa situación en base a aportes forzosos de parte de empleados y/o empleadores, que van a cuentas personalizadas en lugar de ir a un fondo común como en los sistemas de reparto. Esa cuenta es independiente del lugar donde la persona labore, y puede ser nutrida con aportes voluntarios adicionales.

Tres metas serían alcanzadas con ese sistema. Una era superar la ya mencionada desidia en cuanto a ahorrar para el futuro. La segunda era impedir que las empresas usaran los recursos de sus fondos de pensiones y que luego, sobre todo si la compañía desaparecía, no hubiera con qué honrar el pago de las pensiones pactadas, hecho que sucedió numerosas veces a escala mundial. Y el tercero era liberar a descendientes, empresas y organismos estatales de la carga de hacerse cargo de los retirados, quedando eso cubierto por el fondo individual que se iría acumulando durante los años en los que la persona en cuestión trabajó.

Pero las cosas no siempre suceden como se planean, y en países donde la capitalización individual lleva más tiempo funcionando, se señala ahora que el monto de las pensiones resultantes no es suficiente para cubrir las necesidades de los retirados al nivel al que esas personas han estado acostumbradas. Sólo con sustanciales aportes voluntarios complementarios podrían acumularse los recursos que harían falta para alcanzar ese objetivo.

Aquí, sin embargo, no nos estaremos pre-ocupando por cuánto serán nuestras pensiones, hasta que nos toque recibirlas.

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