Dos ausentes

Entre los doce países que se proponen echar adelante el acuerdo Transpacífico no figuran dos grandes potencias industriales de la región. Una de ellas, China, no está porque la intención de los EE.UU. y Japón al promover el acuerdo fue precisamente dejarla fuera, a fin de que el convenio pase a ser un valladar a su expansión. Eso no significa que China quedará marginada del comercio, pues tiene acuerdos firmados con ocho de los países del Transpacífico, todos excepto Japón, México, Canadá y los EE.UU., pero sus exportaciones a esos últimos cuatro podrían llegar a ser menos competitivas.

La otra gran ausencia, sin embargo, es más sorprendente, pues Corea del Sur ha sido un aliado tradicional de los EE.UU., país con el que mantiene una estrecha vinculación militar.

El gran rival de los coreanos en el comercio mundial ha sido Japón, que emergió de la Segunda Guerra Mundial para convertirse en un poder económico global. Poco a poco, sin embargo, los coreanos fueron erosionando el poderío japonés vía sus agresivas políticas de apoyo a sus conglomerados empresariales y a la conquista de los mercados mundiales. Aplicó medidas de liberalización, mejoró la calidad de sus productos, creó una vasta estructura tecnológica y, de gran significación, firmó acuerdos comerciales durante los últimos 11 años con diez de los doce países del Transpacífico.

Con esos diez acuerdos, Corea del Sur no debe temer que la superen en facilidades competitivas. Lo que teme es que la igualen y perder así la ventaja que había logrado ganar sobre Japón. Y teme también que los productos de naciones del Transpacífico que usan componentes coreanos no califiquen para las ventajas del acuerdo.

Igual que nosotros aquí, los coreanos esperaban que el acuerdo Transpacífico demorara más tiempo. Ellos se inquietan por sus exportaciones de vehículos y otros productos industriales y nosotros por los textiles, zapatos y otros rubros.

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Gustavo Volmar