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PIB
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Esperan demasiado

Entre las cualidades que definen a una buena mezcla de políticas económicas se encuentra una en apariencia muy sencilla. Radica simplemente en conocer las limitaciones que cada una de ellas tiene, sin esperar que una sola se haga cargo de todo.

En nuestro país hemos tenido desde hace algunos años una política monetaria que ha podido mantener la estabilidad económica, a pesar de los desequilibrios ocasionados por la política fiscal con sus recurrentes excesos de gasto sobre los ingresos fiscales.

Con su control de los medios de pago, la política monetaria ha moderado las fluctuaciones de la actividad económica, pero sin caer en el error de pretender que puede alterar los fundamentos que determinan el potencial de crecimiento ni las características del entorno en que nuestra economía opera. Más bien, reconoce su existencia y se adapta a ellos.

Ayer se dio a conocer que la economía japonesa, la tercera mayor del mundo y en el pasado una de las más dinámicas, volvió a caer en recesión, su cuarta en cinco años, luego de dos trimestres consecutivos en que su PIB ha declinado: 0.7% en el segundo trimestre y 0.8% en el tercero. Los datos revelan que la esperanza de reactivar el crecimiento vía una política monetaria expansionista, copiada de los EE.UU. y Europa, resultaron ser irreales ante persistentes factores estructurales tales como el envejecimiento de la población, expectativas de deflación, sectores protegidos como la agricultura y varios servicios, escasez de fuerza laboral, una enorme deuda pública interna y un gran déficit fiscal.

Diseñar la política monetaria para que compense o complemente otras políticas, como sucede aquí, es diferente a pedirle que se encargue de liderar la economía. Pero como es más fácil emitir dinero que hacer reformas reales, países como Japón han preferido recurrir a ella, igual que el paciente que toma analgésicos en vez de someterse a la cirugía que necesita.

gvolmar@diariolibre.com

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