Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
columnistas

Eventos asociados

Y las fiestas patronales, aunque son de otra índole, son influidas por los productos de la zona

Las actividades económicas influyen sobre los estilos de vida, las tradiciones y las formas de diversión. En nuestro país sucedió con el auge de las plantaciones de caña y la industria azucarera, hasta que la mano de obra local fue siendo reemplazada por braceros haitianos, quienes trajeron su propia cultura. En menor grado ocurrió en las zonas de producción de tabaco y café, con las peculiaridades de sus procesos productivos. Y las fiestas patronales, aunque son de otra índole, son influidas por los productos de la zona.

No hemos tenido, sin embargo, incidencias regionales tan intensas como las que la uva y el vino, o las cosechas de frutas, generan en los países que los producen. En esos casos, todo un conjunto de labores, desplazamientos de personas y coloridas festividades tiene lugar en torno a esas actividades.

La ganadería tiene también su propia esfera de influencia. Son muy conocidas las hazañas de los vaqueros estadounidenses, plasmadas en múltiples canciones, relatos, pinturas y películas, durante celebraciones que han dado origen a un circuito de eventos de gran importancia económica. Los rodeos, donde se ponen a prueba destrezas y temperamentos, acompañan a las ferias y concursos, y son parte inseparable del negocio ganadero.

A ese respecto puede ser sorprendente conocer que el mayor número de cabezas de ganado está en Brasil, no en los EE.UU., calculadas en unos 200 millones. Y, como sería de esperar, también en Brasil hay un circuito de rodeos, estimados en más de mil, esparcidos por el interior del país, con la particularidad de que sus espectadores son locales y se cuentan en decenas de millones.

El más famoso de esos rodeos brasileños es el que tiene lugar en Barretos, un pueblo a cientos de kilómetros al oeste de Río de Janeiro. En septiembre del 2016, a pesar de la crisis política, se dieron cita allá unas 60,000 personas, infundiendo vigor a la economía de la comunidad.