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Felicidad incompleta

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Felicidad incompleta
Lo ideal para quien toma un préstamo es que sea sin intereses. (SHUTTERSTOCK)

Lo ideal para quien toma un préstamo es que sea sin intereses. Sabemos, sin embargo, que es difícil que eso ocurra, pues salvo personas u organismos muy caritativos, es probable que en ese caso el dueño del dinero prefiriera dejar sus recursos ociosos. Pero aún con intereses, si pudiéramos comprar viviendas a 30 años a una tasa fija inferior al 4%, estaríamos felices. Condiciones como ésa han estado vigentes en los EE.UU., pero extrañamente allá la felicidad no ha sido tan completa.

Según informes de la corporación Freddie Mac, este año se registraron en los EE.UU. las tasas fijas más bajas desde que se tienen datos estadísticos, hace unos cincuenta años. La tasa promedio de interés para créditos hipotecarios, fija a 30 años, cayó por debajo del 3.8%, y la de préstamos a 15 años se redujo a cerca del 3%. Sería de esperar que los estadounidenses se aglomeraran en las puertas de los bancos para pedir prestado, pero no ha sucedido así. Han venido tomando préstamos para refinanciar otros anteriores, pero las ventas de nuevas viviendas no se han disparado hacia arriba.

En nuestro país seguimos convencidos de que, salvo casos excepcionales, la vivienda que adquirimos hoy valdrá más mañana, aún cuando veamos muchos letreros de “se vende” a nuestro alrededor. Y creemos que el aumento de su precio será mayor que la inflación. En los EE.UU. ya no piensan de ese modo. Vieron bajar el valor de las casas y apartamentos, y la confianza en sus posibilidades de pago ha sido mermada por las experiencias de desempleo de los últimos años.

La felicidad tiene varios ángulos. Aquí el valor de los terrenos, los costos de construcción y el déficit habitacional mantienen alto el precio de las viviendas, pero el costo de la vida y los bajos salarios ahogan nuestros presupuestos familiares. Allá, en los EE.UU., la inflación es mínima y los intereses bajos, pero aún se desconfía de las viviendas como objetos de inversión.

gvolmar@diariolibre.com

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