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Guías irreales

Los bancos centrales ya no sólo fijaron bajas tasas de interés de referencia, sino que las empujaron a terreno negativo.

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Guías irreales

El 2016 ha sido testigo de medidas monetarias sin precedentes, cuyos efectos finales están por verse. Los bancos centrales ya no sólo fijaron bajas tasas de interés de referencia, sino que las empujaron a terreno negativo, alterando los esquemas de negocios de los bancos y compañías aseguradoras. Tampoco se limitaron a operaciones de crédito con el respaldo de activos del sistema financiero, sino que se dedicaron a comprar por su cuenta títulos de los gobiernos y valores hipotecarios. Y este año uno de ellos, el banco central de Japón, dio un paso aún más osado y comenzó a adquirir acciones de compañías.

Dentro de las críticas a las políticas monetarias expansivas, aparte de las dudas sobre su eficacia, ocupa un lugar prominente su efecto sobre el sistema de precios. La tasa de interés ha dejado de servir como guía para asignar inversiones en función de la productividad a mediano plazo, quedando su distribución a merced de rentabilidades financieras artificiales de corto plazo. El precio de los bonos gubernamentales favorecidos por los bancos centrales no revela los riesgos creados por los déficits fiscales persistentes y los elevados montos de las deudas públicas. Y ahora los precios de las acciones pueden dejar de medir la solidez real de las empresas y sus perspectivas de crecimiento.

Al convertirse en un inversionista en acciones, el banco central de Japón incrementó la demanda por ellas, e hizo subir su precio, para beneplácito de los demás accionistas. Buscando dinamizar con ello la economía, dificulta distinguir entre buenas y malas inversiones y propicia la colocación errónea de los recursos de capital, pues los inversionistas se fijan más en los pronósticos de lo que el banco hará que en los fundamentos de las compañías. El hecho de que sus compras hayan ido a fondos de inversión negociados en la bolsa, los cuales siguen los índices del mercado, no altera esas consecuencias lesivas.

gvolmar@diariolibre.com