Hacer en la RD

El rezago de las manufacturas locales respecto de otros sectores de la economía nacional ha sido objeto de atención esporádica, sin que hayan sido encontradas soluciones efectivas. Ese escaso dinamismo explica en parte el estancamiento del salario real y la persistencia del déficit comercial externo, siendo difícil, en ausencia de una expansión industrial más vigorosa, crear el número de empleos formales de calidad requeridos para absorber la oferta de mano de obra y mejorar la distribución del ingreso. Los programas de asistencia social del Estado tienen un límite en cuanto a su dimensión, y no son una respuesta definitiva a un problema cuya magnitud irá en aumento con el crecimiento demográfico y el incremento en las expectativas de los nuevos entrantes al mercado laboral.

En la columna de ayer hicimos referencia al programa “Make in India”, lanzado hace dos años con el propósito de convertir a esa nación en un centro manufacturero global, en respuesta al amargo despertar del sueño de progreso de los países conocidos como BRICS. Cabría la posibilidad de que esa iniciativa pudiera inspirar un programa de “Hacer en la RD” también con la finalidad de estimular el desarrollo industrial.

Que nos inspire no significa copiarlo. Nuestras diferencias con la India en términos de tamaño, prioridades, necesidades y recursos son demasiado grandes como para que tratemos de emular medidas específicas. Más bien procede ir removiendo las causas que han restringido a nuestro sector industrial, estableciendo metas concretas a ser alcanzadas en plazos determinados. Mientras en la India se priorizan subsectores como los ferrocarriles, la aeronáutica, los vehículos de motor, armamentos, la tecnología espacial y el petróleo, los nuestros serían otros, quizás más modestos, como la agroindustria, ropa y calzados, medicamentos, muebles, impresos, equipos electrónicos, herramientas, insumos de la construcción y minerales.

Gustavo Volmar