Los dejan o los quitan

Los posibles cambios de funcionarios se discuten en reuniones empresariales, encuentros de amigos y en el ámbito familiar. Algunos alegan tener informaciones confiables, y otros admiten estar confundidos. Los propios funcionarios dicen no saber, y los que saben realmente no revelan qué sucederá.

Aproximándonos al 16 la opinión mayoritaria es que habrá cambios, aunque su magnitud es materia de interpretación. Se podría medir por el número de nombramientos (aunque muchos sean traslados de una posición a otra), o por cuántos de los que están son dejados fuera del gobierno, o por el nivel de los cargos tocados (siendo los ministeriales más relevantes que los demás). También se especula con la cuota que se les dará a los partidos aliados, especialmente a los recién llegados, y se debate si habrá remociones de figuras con méritos políticos dentro del partido gobernante.

Hemos expresado nuestro parecer de que los cambios de funcionarios deben hacerse cuando convenga, sin tener que esperar fechas específicas. Desde el punto de vista mercadológico, sin embargo, juntar los cambios al comienzo de un nuevo período gubernativo puede servir para proyectar una imagen remozada del tren administrativo, y para crear expectativas de solución para problemas que han quedado sin resolver. Permite, además, hacer pasar las destituciones como parte de un conjunto, sin que necesariamente se atribuyan a deficiencias en la labor de los funcionarios reemplazados.

En el área económica la permanencia del Gobernador del Banco Central se debate más que la de cualquier otro funcionario. Hay quienes dicen que saldrá por ser demasiado autónomo, estar obsesionado con el tipo de cambio o absorber funciones que no le corresponden. Otros lo creen imprescindible para mantener la estabilidad macroeconómica, controlar la especulación, infundir confianza y hacer que los intermediarios financieros se comporten correctamente.

Gustavo Volmar