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Más o menos regresivo

El gobierno estadounidense se propone rebajar el impuesto sobre la renta de las corporaciones

En otros tiempos los estudiosos de los sistemas tributarios se hubieran llevado las manos a la cabeza. Les habría parecido aberrante que se planteara sustituir impuestos directos con gravámenes indirectos. Estos últimos, según creían, eran mecanismos inferiores a los otros para allegar recursos al Estado, quizás más fáciles y expeditos en su aplicación, pero en su mayoría poco equitativos.

Desde ese punto de vista los gravámenes indirectos, aquellos que como los impuestos a las ventas no están vinculados directamente a la capacidad de pago del contribuyente, eran un mal a evitar, siendo un factor que acentuaba las desigualdades económicas. Los impuestos directos, por lo tanto, como los aplicables a los ingresos o las ganancias de capital, eran mucho más preferibles. Y probablemente siguen siéndolo, aunque ahora los EE.UU. estén a punto de hacer lo contrario.

El gobierno estadounidense se propone rebajar el impuesto sobre la renta de las corporaciones y compensar la disminución resultante en los ingresos fiscales con un gravamen a las importaciones. Eso significa que planea reemplazar impuestos directos con indirectos, exactamente lo que los textos de tributación consideraban que era impropio.

La justificación dada para ese reemplazo busca demostrar que los impuestos directos no son tan equitativos como parecen. Se dice que aunque ellos son pagados por quienes tienen la capacidad de hacerlo, dan origen también a condiciones lesivas al crecimiento económico y a la creación de puestos de trabajo. Actúan como un desincentivo a la inversión, favorecen la salida de capitales y motivan el traspaso al extranjero de la producción de bienes y servicios. Puesto de ese modo, los impuestos directos terminan afectando más a los trabajadores, aún si no son ellos quienes los pagan.

Esos argumentos no harán que los textos cambien, pero las decisiones al respecto no son académicas sino políticas.

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