Nobel de economía 2016

Siguiendo la tendencia de reconocer contribuciones afines al funcionamiento de las empresas y los mercados, el premio Nobel de Economía de este año fue otorgado a dos europeos, el británico Oliver Hart y el finlandés Bengt Holmstrom, expertos en la teoría de los contratos. Pero aunque europeos de origen, ambos economistas trabajan en los EE.UU., uno frente a otro en Boston con unas cuantas cuadras de por medio, Hart en Harvard y Holmstrom en el MIT.

Hay que distinguir su trabajo del que hacen los abogados. Lo suyo no fue determinar responsabilidades y derechos, analizar litigios, preparar casos, redactar documentos o evaluar precedentes. El enfoque de sus investigaciones se dirigió a identificar cuáles disposiciones contractuales contribuyen a incrementar la eficiencia con la que se logran las metas pautadas. Un caso puntual es la mejor forma de remunerar a los maestros para poder elevar los índices educativos.

Las investigaciones por las que fueron galardonados tienen muy diversas aplicaciones. Como ejemplos podemos citar las concesiones de obras públicas al sector privado, los acuerdos de fusión entre compañías, la administración de servicios públicos por parte de consorcios privados, las cláusulas establecidas en los procesos de bancarrota, los “paquetes” salariales negociados con ejecutivos, la participación de los trabajadores en el capital accionario de las empresas para las que laboran, los incentivos por desempeño, las áreas de exploración minera y la asignación de frecuencias de telecomunicaciones.

Con la premiación sucedió algo que hizo recordar aquel concurso de belleza en que una reina fue anunciada por error y hubo que quitarle la corona. El jueves de la semana pasada la universidad de Nueva York distribuyó una nota de prensa informando que su profesor Paul Romer había ganado. La retiró poco después diciendo que la había preparado “por si acaso” y que la publicación fue accidental.

Gustavo Volmar