Normalizar relaciones

La visita del presidente electo de Haití a nuestro país fue una señal alentadora de que podrían llegar mejores tiempos en lo que ha sido una vecindad aquejada por crisis y tensiones. Tal como fue expresado, ambas naciones no tienen otro camino que no sea trabajar juntas en pos de objetivos comunes. Y ya que los conflictos recientes tienen un fundamento económico, las medidas que se tomen tendrán necesariamente que ver con la economía y la forma de conjugar intereses dispares.

En el curso de la visita fue repetido varias veces el concepto de que es preciso normalizar las relaciones, lo que implica el reconocimiento de que ellas actualmente son anormales. Se percibe, por lo tanto, que la situación que hoy existe es insatisfactoria y que puede ser mejorada. Y también se deduce que en algún momento las relaciones fueron normales, pues de no ser así no habría un referente para fines comparativos que permitiera concluir que lo que hay hoy no es lo normal.

En estos planteamientos entra en juego la interpretación. Como punto de partida de cualquier negociación entre las autoridades de ambos países debe definirse lo que se entiende como relaciones normales. Si lo normal equivale a lo habitual, a lo que ha sido el estado de cosas prevaleciente en los últimos años, el objetivo sería retornar, por un lado, a las facilidades para la venta de productos dominicanos a Haití por la vía fronteriza y, por el otro lado, permitir la entrada sin cortapisas a los haitianos que deseen ingresar a nuestro territorio, como han hecho los cientos de miles que ya se encuentran aquí.

Pero puede ser que lo habitual no sea lo que las dos partes quieren. Puede ser que los haitianos deseen proteger a sus productores, o que los dominicanos no quieran seguir dejando que los vecinos entren como antes. En ese caso, la normalización puede significar una cosa desde nuestro punto de vista y otra distinta desde el ángulo de ellos.

Gustavo Volmar